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21 de octubre de 2017

Tiempo: mi juego entre necesidad, obligación y placer

Cuando me puse a pensar y a encontrar la fórmula: “Priorización de tareas urgente importante” me quedaron algunas lecciones para el ejercicio de mi profesión y, como beneficio colateral, en mi vida personal; o ¿Debería ser lo contrario? Pero mientras encuentro la respuesta me encamino por mis planteamientos.

Para entrar en el misterioso mundo de lo urgente y lo importante, de mi vida personal y de mi actividad laboral, existe una sola puerta: un objetivo que vaya más allá de la supervivencia humana, pero lo más complejo en plantearme ese objetivo es cuando debo articularlos en la doble vida que llevo: la casa y el trabajo, que de alguna manera están íntimamente ligados.

Ahora, para abrir esa puerta existe una llave, polémica, subjetiva y bastante utilitaria; se llama “Miedo”. El miedo racional es mi mayor seguridad, pues es el que me hace armar una lista de actividades que debo cumplir para estar tranquilo. ¿Cuáles son mis miedos en esa doble vida que llevo?

Los miedos y el objetivo me llevan a un segundo nivel: se llama planificación. Recuerdo: Qué - Quién – Cuando – Dónde - Para Qué; entonces la planificación es una secuencia lógica de actividades enmarcadas en el tiempo que me conducen hacia mi objetivo, pero siempre recordando que existen otras personas a mi alrededor que me ayudan o me hunden; es la naturaleza humana.

Por tanto, la lista de actividades que estoy, de una u otra manera, obligado a cumplir tienen los componentes misteriosos, mutantes y divergentes de lo urgente y lo importante. Pero defino:

Urgente
Cualidad asociada al tiempo. Aumenta tanto a medida que existe menos tiempo para cumplir con una fecha límite, como en función del volumen de la tarea.

Importante
Cualidad asociada a las consecuencias. Una actividad aumenta su importancia si las consecuencias de fracaso - éxito en ella también aumentan.

Sin embargo lo urgente y lo importante no son lineales, juegan entre ellas, van cambiando con el paso del tiempo y con las influencias de “esas” terceras personas que están en mi camino o se cruza en él, por lo que puedo tener cuatro escenarios:
  1. Actividades Urgentes e Importantes
  2. Actividades No Urgentes y No Importantes
  3. Actividades Urgentes pero No Importantes
  4. Actividades No Urgentes pero Si Importantes

Esta clasificación tiene un “algo amorfo” que los especialistas le llaman administración del tiempo, pero ¿Qué es el tiempo? Y allí está el verdadero problema que enfrento cuando necesito decidir entre lo urgente y lo importante.

La verdad que horas, segundos o minutos, son apenas las mediciones del tiempo, sin que pueda conceptualizarlo y sin eso me es imposible avanzar en mi propósito de aprender a tomar decisiones en el marco de las exigencias diarias de lo laboral en lo personal y viceversa.

Luego de algunos días de lecturas entre aquellas que son parte de la era de la autoayuda y la reflexión filosófica llegó a la conclusión que “Tiempo son mis acciones en función del movimiento de la Tierra y los cambios provocados por el paso de la Luna y el Sol, que se guardan en mi memoria.”

En definitiva tiempo es todo lo que hago entre cada amanecer ya sea como parte de mi cultura, de mi costumbre, de mis necesidades, de mis placeres o de lo que surge intempestivamente que afecta mi presente e influye para mi futuro inmediata.

En consecuencia puedo asegurar que mi fórmula “Priorización de tareas ↔ urgente importante” está en saber armar ecuaciones trigonométricas con mis necesidades, mis obligaciones y mis placeres, como variantes en función de una constante: el tiempo.

Sin embargo mi mente no alcanza a encajar la otra dimensión que surge de mi incapacidad para enfrentar lo impredecible; divago nuevamente, leo, estudio, converso y encuentro una pregunta subjetiva pero que me deja ver las otras piedras, baches y demás obstáculos de este mismo camino: ¿Qué pasa si…?  

Sé que esa es mi piedra angular que me permitirá caminar con relativa tranquilidad, que me da la ventaja para negociar una permanencia en estado de relativo relax.

Cuando llego a esta parte cae, sorpresivamente, sobre mi camino una gran roca con un letrero: “… sal de tu estado de confort…” sin ninguna explicación ni razonamiento. Descubro que debo entrar en otra reflexión, tomo asiento bajo un árbol para meditar en esa exigencia del camino con una sola pregunta en mi cabeza: ¿Por qué?... pero decido primero dormir un rato más.

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