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14 de marzo de 2008

El Éxodo: planificar y ejecutar

Sostiene Raúl Zavala que existe una gran brecha entre el acto de planificar y las acciones de ejecución de ese plan. El asunto radica en que existen muchos muy buenos planificadores pero muy poca gente que realmente sepa ejecutar. 

Esta reflexión inicia luego de haber leído el libro bíblico del Éxodo y que en términos generales, que al ser analizado sin apasionamientos de ningún tipo, podría asumirse que es un buen texto para entender el asunto de ser ejecutivo; es decir, sobre las habilidades y destrezas para cumplir las acciones de un plan preestablecido. 


Antes de continuar, Raúl Zavala comenta que este relato de la Biblia es interesante y altamente constructivos desde dos aspectos básicos: cuenta una parte de la historia egipcia con relación al pueblo de Israel y da pautas de comportamiento humano al momento de emprender una tarea; esto sin descuidar la importancia que tiene para el mundo cristiano. Es decir, El Éxodo tiene altos valores humanos, históricos y religiosos, que exigen una alta evaluación crítica con fines de mejoramiento de las actitudes que en su momento podemos asumir los seres humanos frente a nuestras situaciones laborales, familiares y sociales.


Antes de dar paso a comentarios específicos, considera oportuno mencionar que cualquier lectura de cualquier texto necesita prestar atención a la estructura del mismo, y para entender bien las partes de un libro, es preciso saber cómo se ubican dentro del conjunto, y cuál es su relación entre ellas. Para el caso de El Éxodo, la Biblia lo presentan como parte de una obra mayor, como el segundo de los cinco libros de Moisés. Con este antecedente y muy breve, la parte histórica, como un insumo a la cultura general de cada ciudadano, 

El Éxodo cuenta una parte de lo que fue el Egipto de los grandes Faraones; es decir, entender a El Éxodo desde la historia implica conocer egiptología, lo cual para este comentario carece de relevancia. En la parte religiosa, El Éxodo puede asumirse como uno de los temas densos y fecundos de la tradición bíblica cristiana y como un foco iluminador de procesos históricos que se identifican de alguna manera con la experiencia de Israel. 


Según puede deducirse de El Éxodo, la conciencia nacional y religiosa de Israel están marcadas originalmente por experiencias de opresión y sufrimiento y de liberación y gozo; por tanto su lectura, desde una óptica de la fe cristiana, se constituye en un lenguaje religioso central como esas mismas vivencias históricas relatadas.


Considera, Raúl Zavala, que el principal objetivo de esa obra era crear una nación unificada, que pudiera cimentarse en una nueva religión, además puede verse como un proyecto que marcó el nacimiento de la idea monoteísta, como constituir un solo pueblo judío, guiado por un solo Dios, gobernado por un solo rey, con una sola capital, Jerusalén, y un solo templo, el de Salomón. Para quienes son cristianos, saber leer el libro del Éxodo es indispensable. Si queremos entender por qué el anuncio del Reino de Dios en el Nuevo Testamento es llamado "evangelio" o "buena nueva", necesitamos conocer al Dios que Jesús declara ser su padre y que él y su pueblo conocieron como "el Dios que nos sacó de Egipto de la casa de servidumbre".


En conclusión de la parte religiosa, El Éxodo, al parecer de Raúl Zavala, es el texto indispensable para entender el origen y base del cristianismo, pues al ser explicativo sobre las conversaciones entre Jehová y Moisés, queda en evidencia que para ser un buen cristiano no existe mejor guía que cumplir lo dicho por Jehová a través de Moisés. Ahora bien, en la parte de los valores humanos, es interesante como muestra el trabajo de un líder y la confianza que se tiene ese líder, en este caso Moisés, en cumplir metas; metas debidamente guiadas y con una razón específica. 

Pero al mismo tiempo, muestra las debilidades de las personas que dice seguir al líder, en este caso, las dudas y cuestionamiento del pueblo de Israel. Es de trascendental importancia el hecho como Moisés recibe las instrucciones de Jehová y luego procede a cumplirlas, para lo cual se prepara y organiza a su pueblo; Moisés no discute con Jehová sobre las personas con las que debe contar para cumplir lo ordenado; en otras palabras, Moisés es un gran ejemplo, además de líder, de ejecutividad y a la vez, de capacidad de Jehová como un instructor y planificador.


El Éxodo, según lo entiende Raúl Zavala desde lo humano, es una guía para conformar equipos de trabajo con fines específicos, también como un manual para aquellas personas que conforman ese equipo de trabajo. Cuando menciona equipo de trabajo, incluye los aspectos de familia, de sana convivencia junto a los vecinos, de integración con las amistades, pues de una u otra manera cuando vivimos en comunidad siempre tenemos objetivos que cumplir o nos imponemos metas.

Como conclusión general de este comentario puede decirse que El Éxodo, además de ser un texto bíblico de características intrínsecas, es un texto que alimenta la cultura general de cualquier ciudadano, a lo que se suma la capacidad de ilustrar sobre aspectos relaciones humanas, familiares y sociales, con el fin de mejorar la calidad de vida basada en valores. En definitiva, El Éxodo es un texto útil en todo sentido. 

Con este comentario de antecedente, sobreviene el analizar las actitudes de quienes tienen el encargo de ejecutar un plan y ese análisis parte de indicar que generalmente muchos de los contratados para dicho trabajo inician su gestión con un cuestionamiento al plan inicial y, adicionan el cambiar el plan original; cuando se llega al final y se comparan los objetivos con los resultados se miran grandes diferencias, la razón: “yo ejecuto lo que planifico, el resto no esta bien hecho”. 


Raúl Zavala está seguro que millones de dólares se han gastado en planes que han quedado sin ejecutar, lo que implica que deberá entenderse que existen excelentes planificadores que cumplen con las recetas, pero que no hay seres humanos con alta capacidad para hacer realidad lo que está escrito en los papeles. 


Tal vez el problema radica en que se ha tomado la palabra “proyecto” como una moda y a cualquier propuesta se la llama así; es como si estuviera la sociedad invadida de proyectistas sin una noción de realidades para cumplir las ya famosas “VISIÓN y MISIÓN”, que pueden entenderse como el ideal, el sueño… Y frente a los proyectos que supuestamente encaminan a esa sociedad a un futuro mejor, es pertinente preguntarse ¿se sostiene el ideal perfecto declarado en el VISIÓN en un presente que adolece de fallas? O dicho en otras palabras: ¿se construye edificios si antes preparar el suelo y los cimientos? Y más preguntas: ¿existen estadísticas de los proyectos de tesis para elaborarse de la universidad que hayan sido puestos en práctica y que estén cumpliendo su objetivo? Si existe esta cifra, de seguro sería escalofriante saber que millones de millones de hojas están ocupando grandes estantería en algún archivo. 


Con esta apreciación, Raúl Zavala sostiene que es necesario dejar de prepararse para hacer proyectos y pasar a una capacitación e instrucción encaminadas a ejecutar los proyectos ya elaborados. Proyecto es la promesa, acción es cumplirla. Cumplir una promesa implica que ese alguien debe estar altamente preparado para ejecutarla, sino miremos el caso de Moisés.

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