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20 de mayo de 2018

¿Cómo encontrar la punta del ovillo de este entramado agropecuario?

El sistema de producción agropecuaria sigue enfrentando graves problemas en Ecuador y al parecer no existen visos que se solucionen. Sostengo esto porque hasta ahora lo que he visto, leído y escuchado, está relacionado con lo rural.

Aunque están íntimamente relacionados, lo rural no es lo mismo que la producción agropecuaria.

En mis conversas con gente que vive del sistema agropecuario, logré aprender lo trascendente de la expresión "seguridad alimentaria" y más que un objetivo resultó ser un recurso estratégico para cualquier nación, por ende se incluye a Ecuador.

Es una lástima que en la promoción de una propuesta gubernamental, este concepto no esté incluido. Se trata de la llamada "La gran minga agropecuaria" y que realmente no he podido aún acceder a los documentos que conforman este proyecto.

¿Por qué no hay una claridad en las políticas de producción agropecuaria? Mi respuesta vino después del 19 de enero de 2018, es decir cuatro meses después que el Presidente de la República respondiera una pregunta que se le hizo en Portoviejo durante una rueda de prensa.

Esa fecha, la consulta fue: ¿Cuáles son sus instrucciones concretas en cuanto a la reactivación productiva del sector agropecuario con relación a la minga agropecuaria y de qué manera los ciudadanos podremos controlar que esas instrucciones se cumplan?

La respuesta presidencial sería complicada transcribirla o hacer un resumen considerando que podría cometerse un error de interpretación y con ello desvirtuar este comentario; consecuentemente, antes de seguir el análisis, en el siguiente vídeo es posible conocer la respuesta exacta. (Duración 6 minutos)



Entonces entiendo que desde la visión gubernamental la producción agropecuaria se refiere al cumplimiento de las obligaciones establecidas en la Constitución en el área de los servicios básicos para la población rural.

Conclusión: existe confusión entre desarrollo rural y producción agropecuaria.

Para aclarar este punto es posible indicar que producción agropecuaria es la articulación de técnicas, recursos, mano de obra, obra pública, gestión privada, marco legal y políticas públicas para generar productos agrícolas y pecuarios destinados, principalmente, para el consumo humano.

A esto es necesario sumar que el último Censo Agropecuario realizado en Ecuador fue en el 2000, según reseña la página oficial del INEC, que además ofrece un documento titulado "Encuesta de Superficie y Producción Agropecuaria Continua (ESPAC) 2017" (PDF) y que bien podría servir para tomar algunas decisiones.

También recurrí a un artículo de la FAO, sesgado pero válido en la existencia que en "la estructura agraria ecuatoriana, permanece la división entre la Agricultura Empresarial (AE) y la Agricultura Familiar Campesina (AFC)..." pero no menciona a otro componente que es el pecuario.

Pero también me sumó conocimiento el artículo publicado en la Revista Plan V: El Sector Agropecuario, Acuícola y Pesquero en el Cambio de la Matriz Productiva. Al parecer esos planes y proyectos quedaron abandonados y sin ningún control posterior.

De una u otra manera se han levantando posiciones contrapuestas entre los diferentes sectores que conforman la cadena de producción, a lo que se suma la falta de estrategias para articular la oferta con la demanda, sin descuidar el comercio exterior.

Desde lo público es posible asegurar que las iniciativas que se desprenden desde los gobiernos locales, tampoco han logrado generar el escenario adecuado para que este proceso indispensable de producción y comercialización de alimentos, pueda fortalecerse y alcanzar sus objetivos sociales y financieros.

Con los actuales planes implementados en la llamada "minga agropecuaria" las acciones pareciese que más están orientadas a fortalecer el populismo en este sector productivo, porque no se busca mejorar las condiciones del mercado en general, sino satisfacer las necesidades de una imagen pública de los funcionarios, en medio de una batería mediática.

En los planes de capacitación y talleres que se impulsan para fortalecer a quienes están inmersos en este proceso, no he visto que se trabaje en lo que se llama la contabilidad agropecuaria, tampoco trabajar en acciones comunicacionales para que desde la otra orilla se puede conocer la real problemática; es decir la interacción urbano - rural.

Entonces, con este vistazo a lo que se mira de la producción agropecuaria me es posible inducir que el presente no es prometedor pues en el mediano plazo se agravarán los problemas y en el largo tendremos una crisis.

En definitiva ¿cómo encontrar la punta del ovillo de este entramado agropecuario? La respuesta la tienen un funcionario que dicte políticas concretas, un sector empresarial (AE y AFC) que entienda el mercado y un consejo agropecuario.

Con este post ya van dos que requieren ampliación en cuanto al ¿Cómo? el primero está en el orden de la incomunicación de los actores de la producción agropecuaria: ¿Cómo romper los mitos del sector rural en Ecuador?

O generamos la producción agropecuaria eficiente o simplemente seguirá como una actividad primaria.

13 de mayo de 2018

Apropiación de los sentimientos para el control social


A los pocos días de haber leído el documento La conciencia colectiva como “conjunto de fenómenos”, tuve la oportunidad de escuchar un programa de radio en que se analizaba esta situación. Una coincidencia que me dio una pauta para fortalecer el trabajo crítico para el análisis del discurso.

¿Qué estamos enfrentando en esta nueva era de la comunicación social? Por un lado están las oportunidades de cada persona para expresar lo que a bien quiere a través de sus cuentas en redes sociales virtuales, el segundo lo que publican los medios de comunicación públicos y privados, y cerrando el triángulo lo que cada persona consume como información según sus gustos, necesidades e influencias.


Entonces cuando tuve la oportunidad de escuchar a Claudia Fernández y Luis Gómez en un programa de radio, justamente, que tenía como eje el tema: “Conciencia colectiva”, sus aportes fueron orientativos en mi análisis del que ahora yo le llamo “Triangulación comunicacional” y que lo uso para destruir mensajes preparados para homogenizar a la población con fines de control social; es una herramienta contra el Estado de propaganda.

En sus intervenciones con diferentes enfoques me fue posible distinguir que tanto el Marketing empresarial como el político-social, tienen un estrecho vínculo y un hilo casi invisible que trabajan para que grupos de humanos entren en el plano de la homogenización en diferentes intenciodades y objetivos.

Entre en mis estudios universitarios de periodismo, hace ya más de 20 años, una de las materias era psicología de la comunicación; con el tiempo avance hasta llegar a conocer lo que eran las masas y por ende los mass media, datos adquiridos antes de la irrupción brutal de las redes sociales virtuales y la ampliación de la cobertura en los servicios de Internet.

Claudia Fernández de una u otra manera me llevó por un camino distinto al que yo había conocido como objetivos de la mercadotecnia; simplemente dijo: no se comercializan productos, se venden aspiraciones. Entonces supe que esas masas se habían transformado en una clasificación del mercado, ya no de tipo demográfico sino de públicos objetivos estratificados por sus aspiraciones y preferencias. El “todo público” había muerto.

Pensé entonces en la famosa obligación que tienen los actuales medios de comunicación social para poner la “clasificación de contenidos” así como las restricciones en la emisión y publicación de información editorial y comercial.

Comprendí que enfrentamos a un modelo económico en el mercado de la comunicación social, considerando que la oferta y demanda tienen influencias externas manifiestas y latentes.

En su momento Luis Gómez realiza un aporte trascendental: que no solo venden productos y aspiraciones sino también emociones, plática que conduce por los rumbos de la política y lo político; es decir, el uso de ese planteamiento mercadotécnico para ganar el “favor popular” y alcanzar el poder político.

El análisis del catedrático puso sobre la mesa el modus operandi de quienes entran en la actividad electoral como consultores y, por ende, de candidatos “intentando responder, intentando ofrecer, soluciones más que a problemas racionales a situaciones emocionales.” ¡¡Bingo!!

"... el político lo que hace es, de alguna manera, comprar votos a cambio de que quienes lo votan se sientan menos afectados por aquellas emociones que cada día le preocupan cuando se levanta por la mañana... "

¿Cómo uso este conocimiento en el trabajo periodístico y en función de la línea editorial del medio de comunicación social –reitero- público o privado? Pregunta desde la oferta pero desde la demanda existe otro cuestionamiento trascendental: ¿Qué tipo de noticias periodísticas consumen los lectores, radio escuchas, televidentes e internautas?

Las preguntas planteadas me saltan luego de escuchar el análisis que realiza Luis Gómez con respecto al populismo y a la manera en que las personas deben aprender a consumir información para salir del grupo “masas” para entrar en el espacio de la racionalidad: las emociones humanas son las que se mantienen como un eje trasversal en sus planteamientos.

A partir de esta publicación, en mis análisis del discurso, deberé tener en cuenta los aspectos sentimentales de los públicos a los que se quiere llegar; pero también me servirá para identificar las fake news que desde las instancias gubernamentales y de las campañas electorales se emiten para lograr popularidad abusando del conocimiento que tienen sobre las aspiraciones sociales.

En otras palabras, el trabajo de identificar falsos positivos comunicacionales depende de descubrir la manera en que quienes ostentan cualquier tipo de poder lo usan para controlar a los grupos sociales a los que se pertenecen o quieren influir.

Invito a escuchar las intervenciones completas tanto de Claudia Fernández y Luis Gómez que me ayudaron a llegar a esta conclusión en construcción.


11 de mayo de 2018

Ejemplos de la corrupción ciudadana y del compromiso profesional

En un solo día pude apreciar dos formas distintas de actuar de dos personas, situaciones totalmente distintas, en escenarios distintos, pero que son una muestra de una sociedad de contradicciones, como es la de Manabí, quizás de muchos otros lados.

El jueves 10 de mayo de 2018, fui testigo de una atención médica emergente en una población rural asentada en medio de una vía de alto flujo vehicular y aprendí el truco en que una persona puede adelantarse en un turno de atención en el banco.

La primera historia ocurrió cuando esa tarde regresaba a Portoviejo, en una hora inusual, un grupo de personas al costado de la vía trataban de hacer parar a cualquier carro, agitaban sus brazos con desesperación; la ambulancia que estaba frente a mi avanzó unos metros y se detuvo, miré la escena y supe que estaba frente a un hecho emergente digno de ser reporteado.

Detuve mi auto, tomé el teléfono y lo alisté para grabar lo que ocurría, de la ambulancia se bajo un paramédico y una doctora, corrieron hacia el grupo de personas y yo hice lo mismo, detalles que no debía perderme de registrarlo en vídeo.

Al llegar ya el personal médico estaba atendiendo a una joven estudiante, estaba de pie y lloraba, la gente a su alrededor miraba lo que ocurría, el paramédico con tranquilidad inició el procedimiento de atención, luego de unas breves preguntas la condujo hacia un taxi que se encontraba estacionado, la hizo acomodarse en el asiento posterior, ante la atenta mirada de quienes estábamos allí; el sol de la tarde pegaba fuerte.

Finalizado el diagnóstico, se determinó que la niña tenía un problema de baja presión pero sin graves consecuencias, el paramédico recomendó que la hicieran atender por un médico, dijo que no podía transportarla en vista que en la ambulancia se transportaba a otro paciente. Acompañe al especialista cuando se regresaba al vehículo para seguir la ruta. Efectivamente allí estaba otro persona a la que trasladaban.

No fue nada complicado lo ocurrido en Las Palmas, no ameritaba una nota periodística. Por casualidades pregunté a las personas que estaban allí si habían llamado al ECU 911, me dijeron que no, que solo había hecho una llamada a un pariente en Montecristi para que les ayude desde allá. También consulté si allí no había un centro médico, me respondieron que sí pero que a esa hora, casi las 15h00, ya estaba cerrado y no había nadie.



También yo retomé mi camino hacia Portoviejo, con la mente pensando que no era necesario hacer alguna nota, solo cuando cruce el peaje entendí de lo que había sido testigo; no fue la emergencia en sí, fue la actitud de quienes estaban en la ambulancia y que tuvieron la responsabilidad de parar, atender y tranquilizar a una persona, en medio de un sitio en que los servicios médicos no son permanentes, peor el de emergencias. 

Cu{anto lamento no haber tomado nombres, no haberme quedado para averiguar más y escribir una crónica más profunda y esa misma tarde me dio la oportunidad de mirar la contraportada.

Debía llegar al banco antes que cierren y poder sacar por ventanilla unos ahorros para casos emergentes, desde hace mucho tiempo que hago uso de la tarjeta del cajero automático me había quitado el placer de hacer columna en espera de mi turno para ser atendido.

Fue en el Banco del Pacífico de la Av. Manabí y América, antes que yo estaban al menos unas 20 personas y atrás otras tantas; una de estas que se encontraba casi al final saludó con otra que estaba al menos unos tres puestos adelante, sin ningún miramiento el hombre salió de su puesto y avanzó hasta dónde estaba esa amistad: una mujer.

En realidad no fue nada que generará alguna anomalía que alertara al guardia ni a las otras personas que estábamos en esa columna, yo simplemente miré hasta llegar al punto de la observación para percatarme que la idea era otra. El cliente en mención uso el saludo como pretexto para adelantarse en su turno y fue evidente que no estaba programada esa gestión habitual en los bancos: "has cola hasta que yo llene la papeleta".

La señora le dio el trámite que ella estaba por realizar, el señor lo tomó y de una manera simple él se había adelantado a su turno, haciendo uso de un artificio que pasa inadvertido pero que refleja el irrespeto ciudadano.

¿Qué daño me hizo? En realidad ninguno, a lo sumo hacer que pasen unos minutos más antes de ser atendido, igual que a las demás personas que esperaron su turno y que estaban después del mío; aspecto que a ese cliente no le importó para nada. y que tuvo como cómplice a la señora.

Ninguna de las dos historias son susceptibles de ser contadas a través de los medios de comunicación social, pero no significa que no deban ser relatadas como una evidencia que en el diario vivir existen acontecimientos que nos muestran más como personas y también como una de mis lecciones de vida para saber que siempre hay alguien que está mirando lo que hacemos y que de alguna manera nos juzga como parte de la naturaleza humana.

Lo del banco es un síntoma de corrupción, lo del paramédico un compromiso profesional, de ellos están compuestas las sociedades.