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28 de junio de 2008

Sobre el turismo y la autonomía

Autonomía turística para Manabí
Manabí es dueña de cautivadores paisajes que bien pueden
generar desarrollo integral. (Foto: Atardecer en Puerto Cayo)
Escribo este comentario luego que Carlos Intriago, Director de El Autonomista, publicó un artículo mío sobre la situación del turismo y las condiciones necesarias para que esta actividad funcione autonómicamente en Manabí, u otra región del país.

Es un artículo que busca poner sobre la mesa de discusión, una serie de aspectos que nos hace falta trabajar y prepararnos para que el turismo tenga los réditos deseados desde lo privado y las oportunidades autonómicas desde lo público.

El Autonomista es un periódico editado con grades esfuerzos personales y profesionales, y que mi escrito haya sido tomado en cuenta merece mi profundo agradecimiento. Existe la versión electrónica en http://www.elautonomista.com/.

A continuación a su disposición, apreciado lector el mencionado artículo:

No hay mejor momento para tratar este tema. La autonomía de las regiones como forma de gobierno está en juego. Y el turismo tiene una fuerza productiva con reconocimiento internacional. La actividad en Manabí tiene ya un plan que hace pocos días entregó el Consejo Provincial de Manabí.

Propongo que para entrar en este debate partamos de dos aspectos: el de la capacidad institucional local y de la capacidad empresarial local. Y explico. La capacidad institucional se refiere a las certezas para que Consejo Provincial, municipios, juntas parroquiales, organismos regionales de desarrollo, representaciones gubernamentales y toda organización de primer y segundo grado existentes en Manabí se peguen y aporten al cumplimiento de un plan general, como una obligación que trascienda a los cambios políticos propios de la democracia.

La capacidad empresarial se refiere a las habilidades efectivas que tengan cada uno de los empresarios locales e inversionistas, nacionales e internacionales, para desarrollar ofertas turísticas sustentables y apegadas al ordenamiento jurídico existente al respecto. Implica a desarrollar y aplicar estrategias de responsabilidad social empresarial, así como teniendo como referencia un plan regional general.

Es oportuno mencionar que el Consejo Provincial de Manabí presentó oficialmente el Plan Estratégico de Turismo Sostenible hasta el año 2012 y el que requiere aproximadamente 4,5 millones de dólares para su implementación en diferentes líneas de acción y la Visión establece, en términos generales, que para el año 2012 Manabí está iniciando su posicionamiento como región en la que el turismo sostenible es la forma de gestión del sector, mientras la Misión es lograr que el turismo constituya uno de los elementos esenciales del desarrollo económico de la Provincia.

Para recordar: el proceso de desarrollo turístico en la provincia inició con el aporte técnico de la GTZ y la AECI, lo que dio paso a la creación de la Agencia de Desarrollo Productivo de Manabí y el intento de articular al sector público con el privado. ¿Cuánto se ha avanzado? Esperemos que las voces autorizadas nos den luces al respecto.

En cuanto a herramientas de trabajo, gracias a otras intervenciones se dispone de planes de desarrollo cantonales, un Plan de Marketing Turístico para Manabí y un número desconocido de estudios y consultorías sobre turismo, así como de tesis de grados.

Sobre los recursos financieros existentes para el desarrollo turístico, apenas se sabe eso, que existen, pero hasta la presente fecha no hay una información pública que estime aproximadamente cuanta es la inversión en turismo en Manabí, tanto en publicidad, propaganda capacitación y otras intervenciones necesarias, del sector público y del sector privado.

Ahora bien ¿qué implica autonomía turística para Manabí? Aun no he encontrado material al respecto ni comentarios, pero sí existe como base la descentralización turística hacia el Consejo Provincial de Manabí, que determina la base de la autonomía turística.

A manera de resumen y según los convenios de transferencia de competencias desde de el Ministerio de Turismo hacia los municipios y hacia el Consejo Provincial de Manabí, la Secretaría de Estado aun mantiene las atribuciones de cobro del Registro Turístico y de la Licencia Anual de Funcionamiento en los cantones no descentralizados, determinación de sanciones, calificación de proyectos turísticos.

Deja el Ministerio de Turismo para los entes seccionales las actividades de que requieren de mayores esfuerzos humanos y logísticos, mientras que la transferencia de recursos financieros está en el orden del cobro de la Licencia Anual de Funcionamiento y de lo que pueda entregar para ejecutar acciones pero luego de completar los trámites del caso.

Otro de los asuntos importantes de anotar sobre la descentralización turística es lo concerniente a la legislación sobre esta materia, pues todo el sistema se basa en lo que el Ministerio de Turismo determina, ya sea en la elaboración de ordenanzas como de los reglamentos de aplicación de la Ley, que por ende la de Turismo marca la cancha desde la perspectiva gubernamental.

Para continuar con este análisis debería tener un documento evaluatorio cuantitativo y cualitativo, sobre la intervención del Ministerio de Turismo en Manabí, ya sea directamente o a través de la Dirección Provincial de Turismo de Manabí y sus tres oficinas: Manta, Portoviejo y Bahía de Caráquez. Hasta que sea público pasemos a otro tema.

Pensemos ahora al pago de las imposiciones tributarias del sector turístico. Son aproximadamente 10 pagos que deben hacer los empresarios turísticos para que sus establecimientos sean considerados formales, a saber: Impuesto a la Renta, Contribución del 1x1000 sobre los activos para el Fondo de Promoción Turística, Licencia Anual de Funcionamiento, Permiso de Salud, Permiso de los Bomberos, Licencia Anual de Funcionamiento, Patente Municipal, SAYCE, Cámara de Turismo, Seguro Social, más otras tasa e impuestos que dependen del lugar de la empresa y servicios públicos que consuman caso agua potable, telefonía, energía eléctrica y en algunos caso ICE y una contribución a la Intendencia General de Policía.

Ahora desde el sector privado también resulta interesante conocer si es que tiene la capacidad de aportar a la autonomía turística de Manabí. Aquí hay que disgregar en dos tipos de empresarios: los formales y los ilegales. Analizar esto es fundamental porque la autonomía tiene que sustentarse en la capacidad empresarial para actuar en el marco de la ley.

En primera instancia voy a comentar sobre los formales y son aquellos empresarios que en fiel cumplimiento de la Ley hacen grandes esfuerzos por mantener sus empresas y, además, brindan su tiempo para participar en los diferentes eventos que sobre el turismo se dan en Manabí y otras partes del Ecuador. Hacen grandes esfuerzos para traer sus propios turistas y capacitan a su personal en forma constante. Además brindan su contingente financiero. Mis respetos para ellos.

Los otros, los ilegales. Son los que esperan que esperan que los turistas les caigan del cielo, los que son incapaces de aportar al desarrollo turístico, los que terminan siendo “polizones” empresariales. Quieren todo y no aportan nada. Son “mercaderes” de los servicios turísticos y terminan siendo competencia desleal. Lamentablemente son una gran mayoría y con los que no se puede contar para apuntalar la autonomía. Entonces, estos ilegales, no pagan impuestos de ninguna clase, apenas algo por los espacios que ocupan; contratan personal que no ha sido preparado para asistir a los turistas ni para mejorar los servicios que prestan. Y es más que seguro que ellos podrían hacer fracasar la autonomía Manabí.

Con lo mencionado me permito hacer algunas recomendaciones para quienes impulsan a Manabí como una región autónoma y cuenten con mi apoyo para eso: Como población y como representantes sectoriales, políticos o gremiales debemos aprender a llegar a consensos y “alguien” debe enseñarnos a dialogar. Es verdad que en los últimos años, y creo yo más por moda, hemos acudido a un sinnúmero de eventos de capacitación o mesas de trabajo sin que pueda realmente concretarse acuerdos efectivos. A lo más que se ha llegado es a conocer las “otras” propuestas. Además que ya se siente un desgaste en los actores para este tipo de eventos que no están ni cuantificados ni cualificados.

Como sociedad debemos enfocarnos en la efectivización de un solo objetivo turístico a la vez y no tratar de abrir más frentes que sobrepasen nuestras capacidades institucionales, ejecutivas y organizativas, de tal manera de poder medir los resultados e impactos.

Como instituciones debemos aprender a legislar en lo turístico, a estructurar verdaderos cuerpos legales que impulsen y aseguren los procesos autonómicos, de tal manera que convirtamos a Manabí y cada uno de sus cantones en regiones con una alta seguridad jurídica para la inversión turística.

Como ciudadanos, cualquiera que sea nuestra condición social, económica, cultural y/o intelectual, debemos desarrollar una verdadera cultura tributaria; para sostener la autonomía necesitamos generar nuestros propios recursos financieros, una parte por las imposiciones tributarias y por otra parte las de las inversiones privadas, pero las dos opciones a la vez.

Como sector académico, encargado de preparar a los talentos humanos de la región autonómica, debemos estructurar un sistema de perfeccionamiento permanente en materias de políticas públicas turísticas; es decir, preparar a los actuales y futuros funcionarios públicos que le den sustento a los procesos autonómicos. Este es un tema fundamental y asumo el compromiso de escribir otro artículo específico en este tema.

Desde una perspectiva podría pensarse que aun no estamos preparados, tal vez sí tal vez no. El asunto trascendental es que la autonomía y al adecuada sustentación de la esa autonomía, es el camino real para que quienes vivimos en Manabí, seamos nacionales o extranjeros, tengamos una buena calidad de vida y en que las expectativas de crecimiento intelectual, económico y social sean una certeza para hoy, mañana y el futuro.

21 de junio de 2008

Yo lo vi, yo lo leí, yo lo escuché

Durante los últimos meses unos nos dedicamos a pensar en lo que será el Ecuador del futuro y otros se dedicaron a escribir el camino. Mientras unos nos esforzamos por conseguir un mejor trabajo o al menos trabajo, otros se dedicaron a “darnos” pensando. 

Hoy, a estas horas y hasta el 27 de julio, se supone que tendremos ya el camino trazado para lo que podría ser el Ecuador del futuro; es decir, tendremos la propuesta de nueva Constitución Política, sobre la que tendremos decidir si entra o no en vigencia. Mucho antes que esté lista ya escuchamos voces y gritos pidiendo que le demos el SI. 

Pero yo, antes de decidir, sí necesito hacer algunas reflexiones sobre lo que apenas logré escuchar y ver del trabajo de los asambleístas. Dediqué muchas horas a escuchar sus debates, al menos los que sí pasaron por Ecuador TV, a escuchar los comentarios en los noticiarios, así como a leer innumerables textos en los diarios, revistas e Internet. 

Sigo con las dudas. 

Miré y escuché a quienes sustentaron sus propuestas, unas concordaron conmigo y otras definitivamente no sé para que puedan servir o servirán. Puede que las ideas locas funcionen y las ideas locas deben tener sustentos lógicos, deben estar amparadas en la racionalidad y no en meras actitudes de “entusiastas incompetentes” (expresión escuchada en un programa de televisión). 

Las dudas que tengo para saber si la nueva Constitución es válida, primero para mi calidad de vida, de mi familia y de mi trabajo, y segundo para la sociedad en general, parte de algunas percepciones que tengo sobre quienes trabajaron en dichos articulados y llegué a algunas conclusiones a las que no pongo números ni nombro personas, solo grupos. 

Indico que los procedimientos para adquirir conocimientos no son fáciles y requieren de una férrea disciplina y una personalidad bien definida. Escribir una Constitución no es tampoco una tarea fácil, más todavía con tantas teorías que existen sobre le desarrollo. Y quizás lo más complicado es el poder distinguir entre lo irrelevante en lo constitucional y lo verdaderamente importante para sociedad en general. 

Puedo asegurar que una gran parte del tiempo las discusiones fueron bizantinas. Y fueron bizantinas por que una gran mayoría de asambleístas no lograron percibir que estaban enfrentados a varios obstáculos socioculturales y atacados por el síndrome de Adán (con ellos la creación). 

El primer obstáculo sociocultural que mostró esa mayoría fue del “etnocentrismo”, es decir que tuvieron la tendencia a instituir los valores y las costumbres del grupo en han nacido, crecido y educado, como normas infalibles de juicio y valoración en contraposición e irrespeto a los de otros grupos sociales. 

La subjetividad es también muy evidente. Se juzgó y analizó los aspectos constitucionales tomando como base la emocionalidad o afectividad, favorable y adversa, sin considerar la real situación del país y su gente, dejando de lado el razonamiento lógico. Además es evidente, aun, el autoritarismo, evidenciado como la tendencia que tuvieron o tiene muchos asambleístas para aceptar como verdadera una afirmación dicha por una persona considera como líder y en dicha aceptación tampoco primo la fuerza de la razón ni los aspectos técnicos jurídicos necesarios para escribir los artículos de la supuesta nueva Constitución.

Otro de los obstáculos evidentes fue el de dogmatismo, pues algunos de los asambleístas establecieron pensamientos que los impusieron como verdades indiscutibles y al margen de todo estudio, crítica o de discusión. Este ‘dogmatismo’ no debe confundirse con ‘dogma’. 

No pude dejar de pensar en como muchas experiencias transitorias de algunos asambleístas fueron confundidas con verdades comprobadas; dicho en otras palabras, afirmaron que le ocurre a toda la gente lo único que le consta a una sola pequeño o a un colectivo mínimo de personas. A esto se le conoce como impresionismo. 

Otros de los asambleístas no estuvieron alejados de los estereotipos. Pude apreciar que las imágenes o experiencias sociales que fueron construyendo, al parecer, desde la infancia o en su proceso de maduración fueron estructuradas a partir de hechos no comprobados sino de mitos, leyendas y fábulas, con respecto a grupos étnicos, culturales, políticos o regionales. 

La generalización insubstanciada fue o es la base de sus discursos y argumentos. Me asombró percibir que algunos asambleístas, los que intervenían sobre todo porque el resto guardó sepulcral silencio, aplicaron procesos tácitos y expresos para devaluar cualquier conocimiento que no haya estado en el marco de lo que ellos hayan estudiado o leído y que hayan mostrado desprecio agresivo por aquellos argumentos provenientes de otras personas por el simple hecho de que no eran especialistas en ese tema que ellos sí. 

El espacialismo mostrado es innegable. No puedo negar que la mayoría de asambleístas se impuso. 

En muchas ocasiones expresé públicamente que más que en democracia en Ecuador vivimos bajo el régimen de la vulgar tiranía del voto y lo que pude ver y escuchar y leer de la actuación de los asambleístas me dio la razón. 

No importó nada sino simplemente dar el voto y a seguir esperando a la próxima votación. 

En consecuencia pienso que la propuesta de nueva Constitución que salga de la Asamblea Nacional Constituyente estará plagada de obstáculos socioculturales y no será democrática, será de artículos con corte evidentemente electoral porque los artículos se impusieron con los tiranos votos. 

El epílogo de esta aventura constitucional es ya un hecho: el asedio permanente para un SI. Otra vez a las urnas y el tirano voto seguirá presente en nuestras vidas.

Yo ahora seré yo

Raúl Zavala sostiene que es un buen momento para reflexionar para dejar de escribir en tercera persona. Es el tiempo para escribir en primera persona, en que prevalezca el “yo digo o yo opino”, no como una razón de última instancia, sino como una razón para ser considerada, como un comentario que conlleve a la reflexión, al análisis y a la crítica. Lo que Raúl Zavala escribe es escrito por Raúl Zavala, consecuentemente no hay razón para que se induzca a pensar que Raúl Zavala es el que no escribe. Gracias a quienes me leyeron.