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12 de mayo de 2019

Desaparecidos ¿Pesquisas de nuestra propia familia?

Un tuit despertó mi curiosidad, traía consigo una carta de una hija a la comunidad por la desaparición de su madre, aquello despertó mi interés por un tema poco analizado: el de las desapariciones. Luego de recabar algunos datos, escribí un artículo que amablemente fue publicado en "La Verdad", edición de abril de 1019.

A continuación se encuentra la transcripción del análisis titulado: Desaparecidos: ¿voluntarios o forzados?

Emilia no ha regresado a su hogar y a sus familiares les dijeron que es una desaparición voluntaria. Su hija escribe un comunicado y lo difunde por redes sociales virtuales, cuenta el drama y cómo fue tratada cuando pidió a la Policía que se la encuentre.

Emilia Males Sarabia ahora consta en la lista oficial en desaparecidosecuador.gob.ec, al igual que decenas de ecuatorianos, sin contar aquellos a los que oficialmente “no hay que buscarlos”.

En el actual mundo hiperconectado recibimos a diario pedidos de ayuda para localizar a un amigo o pariente, los datos se viralizan y de pronto viene el aviso que fue encontrado… y no se sabe más; la persona que envió masívamente el mensaje no cuenta las circunstancias en que la persona desaparecida fue encontrada o regresó. Todo queda en el más oscuro secretismo.

Pero el caso de Emilia tiene otro componente que me llamó la atención: desaparición voluntaria. ¿Cómo funcionan los protocolos para este tipo de conclusiones?

Lo primero indispensable de conocer es que en Ecuador está activada la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestro (Dinased), como parte de la estructura de la Policía Nacional.

En otro lado. La Fiscalía General del Estado también está involucrada en estos casos y para ello cuenta con un Protocolo de actuación para la búsqueda, investigación y localización de personas desaparecidas, pérdidas o extraviadas en el que se establecen “tres etapas de acción: i) recepción de denuncia y recopilación de información relevante, ii) alerta y coordinación con instituciones públicas y privadas; e, iii) indagación a partir del delito.”

En este escenario también actúa la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas en el Ecuador (ASFADEC) y a la que se suma la Defensoría del Pueblo y otros organismos estatales y privados.

¿Por qué Emilia Males habría querido desaparecer?

Joselyn, su hija asegura en su mensaje: “Los agentes encargados del caso me dijeron que llegaron a la conclusión de que su salida fue voluntaria. Yo sé que no es así. Mi mami, en cualquier ocasión, siempre se comunica conmigo porque quien la conoce más que cualquier otra persona, soy yo. Yo creo, desde mi corazón, que no fue voluntario”.

Nunca había seguido la tramitología obligatoria que deben cumplir los familiares de los desaparecidos para que, primero, la Policía los considere como tales y, segundo, la Fiscalía inicie las indagaciones, siempre tomando en cuenta la clasificación de personas desaparecidas, pérdidas o extraviadas, un aspecto que de seguro muy pocos lo conocemos.

Según un informe de la Fiscalía, hasta diciembre del 2018, estaban en investigación 1.359 casos y, claro. Emilia aún no estaba en esas estadísticas.

Un dato comparativo: en México se estima que 40.000 personas están desaparecidas, más de 1.100 en fosas clandestinas y 26.000 cuerpos sin identificar; esta información me conlleva a otro actor fundamental de las investigaciones en Ecuador: las realizadas por el Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

Según el Director de esta dependencia Milton Zárate, actualmente se trabaja en conjunto con otras unidades para cruzar información de los resultados de las investigaciones forenses con los datos que proveen las instancias de búsqueda.

Compliquemos el escenario: desapariciones forzadas, porque este problema no es meramente administrativo.

Amnistía Internacional las define como: “Las víctimas de desaparición forzada son personas que desaparecen, literalmente, de entre sus seres queridos y de su comunidad cuando agentes estatales (o con el consentimiento del Estado) las detienen por la calle o en su casa y después lo niegan o rehúsan decir dónde se encuentran. En algunos casos, quienes llevan a cabo las desapariciones son actores no estatales armados, como grupos armados de oposición. Sea como sea, la desaparición forzada es siempre un delito de derecho internacional.”

El grave problema de las desapariciones está latente en Ecuador. Los que miramos de cerca, los que deben investigar y completar los trámites burocráticos, los familiares y allegados, conocemos las implicaciones de esta anomalía social; tal vez el Estado aún no se ha percatado, tal vez aún no conoce de cerca la experiencia dolorosa e incertidumbre de su significado, o quizás no tiene la capacidad para responder al reclamo social, al igual que otras tantas complicaciones sin soluciones efectivas.

Emilia no ha regresado a su hogar y su desaparición nos deja como lección que debemos estudiar lo que las dependencias gubernamentales requieren como información para ir a presentar una denuncia, que debemos convertirnos en pesquisas de nuestra propia familia para estar preparados en caso de una desaparición y no debamos esperar días y hasta semanas hasta que “alguien” en algún lado disponga iniciar la búsqueda.

Mientras tanto, tan solo nos queda pedir ayuda en las redes sociales virtuales, tal como lo hizo Joselyn y cientos de personas más, claro… mientras el Estado aún lo permita.

11 de mayo de 2019

Preguntas Venenosas: del periodismo real a la novela periodística

¿Quién es la doctora Peggy Hidalgo? la mujer de senos pronunciados que investiga el asesinato de aquel presidente durante una entrevista, pero que también "sería ideal para un programa de farándula en televisión."

Este personaje aparece en Preguntas Venenosas, una novela que juega entre el género negro y el histórico, ambientada en un Ecuador en que fácilmente se conjuga o se confunde lo político con la crónica roja.

Quien da vida a la Dra. Peggy es el periodista Rafael Cuesta Caputti, un crítico exreportero, director de programas de opinión y actual radiodifusor, con la novedad que es él mismo protagonista en su obra; la antesala del crimen y las investigaciones son expuestas en primera persona y conducen al lector por una trama muy parecida a las que aparecen en los noticieros cada día.

Rafael narra la manera cómo llegó a un set de televisión aquel mandatario, su tocayo, que gobierna la nación sudamericana y que una de sus características es la confrontación con los medios de comunicación privados cuestionadores de sus decisiones.

Cuatro conocidos entrevistadores, todos de la televisión, han sido convocados para preguntar lo que quieran... el detalle de preparar este tipo de espectáculos queda evidenciado en cada uno de los párrafos de la historia. Empieza la entrevista y toma un giro inesperado que finalmente termina con el cuerpo convulsionado del Presidente sobre el piso, sin que las cámaras dejen de trasmitir el acontecimiento único para la teleaudiencia.

El narrador no deja escapar lo que ocurre en el set, es como si tuviese la habilidad de recorrer los acontecimientos de cada segundo, en diferentes planos, entre el inicio de la agonía de un ser humano que ha sido envenenado y el aparecimiento de la Dra. Peggy.

Entonces empieza una especie de vía crucis para el periodista - protagonista porque se convierte en el primer sospechoso del crimen, claro: según la policía. El arresto, los agentes, el cuarto secreto de interrogatorios, los métodos para lograr la confesión, las intimidades de estos procesos investigativos, son expuestos al lector... puede que lo aseverado sea producto de la imaginación del escritor, pero en eso consiste la novela histórica. Incluye un capítulo en que trasladan al sospechoso a la cárcel más famosa del Ecuador: La Roca.

Lo que ocurre en ese centro penitenciario de máxima seguridad, merece una especial atención, pues en ella es que se guardan los mayores secretos del sistema con el que funciona el crimen organizado, considerando que es bajo la perspectiva de la trama en esta novela entretenida y que tiene las características de una crónica periodística.

Ninguna de las vivencias de Rafael Cuesta (el protagonista) son independientes del acontecer político relacionado con el entorno de aquel Mandatario asesinado, sus más allegados amigos y ministros, da la impresión que se estuviera leyendo los periódicos con las noticias que supuestamente son importantes para los medios de comunicación.

Nada está suelto en esta novela, todo tiene un hilo conductor y es decisivo hasta llegar a descubrir al asesino; aunque lleven otros nombres, quienes están familiarizados con los acontecimientos de la llamada "década ganada", descubren de quienes se tratan en la vida real... menos de la Dra. Peggy y su voz chillona.

En el género Negro siempre se puede imaginar quien es el criminal y hasta es parte de una suerte de adivinanza, a la final siempre puede ser cualquiera de los personajes inmersos en la obra, pero lo que sorprende siempre es la forma en que se planificó y ejecutó el crimen; Rafael Cuesta (el escritor) no es ajeno a esta realidad y al final relata una novedosa forma de hacer que un funcionario altamente custodiado y de seguridad extrema, caiga en una trampa.

Lograr la excarcelación de Cuesta (el protagonista) es también un acto político más que jurídico, pero gracias a un sistema de información y contactos que bien podría pensarse que se trata de un agente secreto y que necesita que lo extraigan del lugar de la operación.

Preguntas Venenosas es una muy buena apuesta literaria en el mundo de la Novela Negra, un género que aún no ha logrado calar en los escritores ecuatorianos y que buena falta le hace; además, es un aporte a otro tipo de narrativa que rompe el mito del "realismo mágico" para incursionar en la novela periodística.

Y así, el final de la narración coincide con el inicio de otra de las tramas políticas que pueden llamarse de las más oscuras y emblemáticas, justamente, relacionada con el periodismo: Javier, Paúl y Efraín.

4 de mayo de 2019

Alertas de violencia contra la mujer

Existen la opción de prevenir ciertos delitos pero ello implica tener todo un sistema de alarmas y alertas, que parten de la organización social como sustento de la estructura institucional. Los ataques a mujeres por asuntos sentimentales y de orden familiar se han incrementado, lo que obliga encontrar las causas y una de ellas es que no prestamos atención a los indicios.

La intención es que de una u otra manera, quienes conformamos los diferentes grupos sociales tanto en nuestros sectores barriales, laborales o de diversión, estemos atentos a una señal que bien podría ser para salvar una vida.

Con esta premisa es que trabajé en un artículo que fue tomado por la revista "La Verdad" y publicado en la edición 368 de marzo del 2019 con el título: "Alertas tempranas contra el femicidio", en el que se muestran unas pocas estadísticas que podrían significar apenas una muestra numérica pero no una realidad social bien compleja.

A consideración lo publicado en fotografías de alta resolución que permiten la lectura: