La iglesia en Zaruma, provincia de El Oro, una de las ciudades patrimoniales del Ecuador. |
Entre esas falsas percepciones sobre los atractivos turísticos está aquello que se lo llama "cultura", sin que pueda exactamente definirse su alcance y significado en estos tiempos de la segunda década del Siglo XXI, en que las sociedades humanas se están organizando de otra manera, tanto en lo urbano como en lo rural, en diferentes ambientes geográficos de una misma nación; esto tiene un ingrediente más fuerte: la migración.
Este planteamiento nació de una conversación con Graciela Guadamud, excompañera de trabajo en una época en que se empezó una planificación turística de Manabí, hace 10 años exáctamente y de lo cual ya no existen rastros. Ahora está cursando una maestría en la Escuela Politécnica Agropecuaria de Manabí.
Luego de una acalorada discusión sobre la importancia del "turismo cultural", ella argumentando desde la perspectiva de las manifestaciones humanas en función de las actividades que son folclóricas y yo manteniendo la idea que "lo cultural" es una vaguedad si es que no se lo circunscribe en lo especifico para ser usado como un imán turístico sin llegar al flolclorismo.
Pocos días después de esa conversa, Graciela tu a bien remitirme uno de sus trabajos académicos, como continuación de un análisis que requiere de bastantes críticas.
El ensayo se titula: "La construcción social del patrimonio cultural: entro lo ancestral y lo contemporáneo" e inicia con algunas preguntas a las que yo llamo disparadoras: ¿Será que a esta época del Siglo XII el patrimonio cultural se convirtió en un mito? ¿Podría ser que la nueva arquitectura urbanística y los deseos políticos están atentando a lo ancestral? ¿Contemporáneo, moderno, posmoderno? Cuestionamientos que nacen de una crítica a la llamada “construcción social”.
Es un escrito bastante largo como para ponerlo directamente en este blog, pero si me tomo la libertad autorizada de transcribir las conclusiones, pues es de allí que acordamos reiniciar nuestra plática.
1.- La construcción social del patrimonio cultural: entro lo ancestral y lo contemporáneo, es un multiescenario interdependiente, que no puede ser estudiado desde la descomposición de sus partes sino desde la complejidad.
2.- El patrimonio cultural abarca una serie de circunstancias históricas de utilidad para el presente, pero que puede ser usado para distorsionar realidades culturales de una sociedad y por ende de un Estado.
3.- Lo ancestral y lo contemporáneo son elementos que están inmersos en la política y en lo político de un Gobierno, bien sea a través de acuerdos implícitos o de leyes que regulan el accionar individual.
4.- Lo patrimonial y lo turístico es un nuevo “matrimonio” aparentemente indisoluble que debe enfrentar el desgaste de la convivencia.
5.- La gestión patrimonial cultural depende de los conceptos comunicacionales que se establezcan entre especialistas, beneficiarios y funcionarios, para evitar alteraciones en los mensajes y se conviertan en despropósitos.
6.- El patrimonio cultural es indefectiblemente es arte en esencia pura, por tanto su estudio debe caracterizarse por la individualidad y no por la generalidad; a cada bien patrimonial le corresponde un estudio particular.
7.- Es evidente la industrialización del patrimonio gracias a la presencia de nuevos sistemas de interacción humana en las redes sociales virtuales y la ampliación de los comentarios argumentados y espontáneos sin sustento académico.
8.- La comunicación patrimonial está más orientada a la captación indiscriminada de visitantes y así pueda incrementarse el consumo turístico en los destinos.
9.- Un estudio para uso turístico de un bien patrimonial que no contenga el capítulo correspondiente a Gestión de Riesgos, determina que no existe una real construcción social responsable.
10.- Los planes de construcción social del patrimonio cultural deben estar ligados a los planes de educación básica y superior, en los ámbitos de formales y no formales, considerando cada una de las disciplinas académicas.
Entonces, lo trascendental es empezar a cuestionar sobre aquello que desde la gestión pública se anuncia como "turismo cultural" y de esta manera entablar nuevas perspectivas para generar mejores productos turísticos sustentables y que cumplan sus objetivos para el destino y como aporte a la economía nacional.
Afortunadamente, este es un debate social y empresarial que aun no inicia.
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