Las estadísticas oficiales nos indican cantidad de eventos,
tipo y clasificación demográfica de las víctimas, probables causas, mapeo
geográfico del lugar, pero nada de valores en dólares; quizás cuando conozcamos
ese dato sabremos la magnitud de esta situación adversa a la que llamo: masacre
vial.
Tomemos como referencia Argentina: Los siniestros viales le
cuestan al país 7.400 millones de dólares por año, según el Instituto de
Seguridad y Educación Vial que tomó datos de los registros policiales, del
sistema de salud pública y de las compañías de seguro; además se ha establecido
que cada herido grave cuesta un promedio de 37 mil dólares.
El costo mínimo social de esos 37 mil dólares incluye los
factores humanos: vida, disminución física y psicológica permanente y temporal;
situación final del vehículo, ambiente o los daños en estructura vial; la
asistencia de los servicios de salud sin contar la rehabilitación y costos
administrativos legales.
Basado en datos internacionales los tres factores principales
comúnmente utilizados para armar una contabilidad de siniestros viales son: costos
humanos, costos generales y costos por daños a la propiedad pública y privada,
a lo que es necesario sumar el lucro cesante directo e indirecto de los
involucrados.
Pero también pongámonos al otro lado: ¿Cuánto es el ingreso
para el sistema económico privado que se activa ante un siniestro vial?
Frente a lo que ahora cada lector tenga en mente, para
entrar en detalles más explícitos y considerando que cada siniestro vial tiene
sus propias características, es posible hacer un ejercicio contable partiendo
de la siguiente matriz:
Ahora bien, el siguiente paso es reemplazar cada X por una cifra en dólares y por cada siniestro que ocurre a diario en Ecuador, tanto en la zona urbana como rural. Si consideramos que en el primer trimestre del 2018 oficialmente se registraron 6.164 incidentes viales, imaginemos el costo en tiempo y dinero para llenar esta matriz básica; además, mentalmente tratemos de hacer un cálculo en dólares del impacto de esos mal llamados “accidentes”.
Desde lo emotivo aplica el eslogan “no más muertos en las vías” pero no sirve para concientizar sobre el impacto que implica en el sistema financiero público y privado; porque hasta ahora no se conoce quién paga esa masacre vial.
Publicado en la revista La Verdad. Edición 360 del julio de 2018, páginas 23 y 24.
No hay comentarios:
Publicar un comentario