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10 de mayo de 2025

Es vulgar la frase "mejorar la calidad de vida de los ciudadanos"

 Me preguntaba ayer: ¿Cuál es el significado para la frase "dejar de lado las banderas políticas" en un país en que todo se mueve por política? Mi primera respuesta provino de los recuerdos de una serie de esas expresiones propias de la gestión pública.

Foto: ethic.es

Una de ellas quedó retumbando en mi mente al no poder descifrar el significado, aunque presumía el significante; se trata de la famosa y ya vulgar "mejorar la calidad de vida de los ciudadanos". 

Ampliación del titular. Al escribir vulgar me refiero a la parte del conocimiento que se centra en la apariencia de las cosas y no profundiza en la comprensión de los procesos, que se sostiene sin una base teórica o metodológica sistemática.

¿Cómo evaluar esa expresión y qué parámetros deberían usarse? Así que fui poco a poco tratando de descifrarla, como si estuviese en un laboratorio para para autopsias.

Mi primer hallazgo es que tiene un tono paternalista y hasta ambiguo; también tomé aparte la palabra "calidad" que bien podría significar que que nosotros los ciudadanos, tal como estamos, tenemos una "calidad" deficiente que necesita ser "mejorada";  me supo como si fuésemos un producto defectuoso.

Parece que tengo una pista y que debo hilar más fino. Ya en el mundo de la gestión pública sugiere una relación jerárquica en la que los funcionarios se posicionan como los "mejoradores" de una población pasiva.

Ahora, para los que trabajamos en planes y proyectos sabemos de la importancia de la línea base y, en este caso, cómo medir que la frase pueda transformarse en un sistema de indicadores que permita verificar que efectivamente hay una "mejoría". Ese sistema bien podría para la educación o salud, de valores, de productividad, quizás hasta de obediencia en una distorsionada participación ciudadana.

Por tanto la vaguedad de la frase me permite asumir que es una muletilla retórica usada para sonar bien, pero sin comprometerse a nada en concreto.

 Profundizando en lo político. Si ya determinó que es una muletilla retórica entonces bien podría ser una expresión para desviar la responsabilidad institucional, porque en lugar de enfocarse en mejorar las condiciones estructurales del entorno, pone el peso en los ciudadanos, como si nosotros fuésemos el problema.

Aunque existe otra probabilidad sustentada en la superioridad moral del funcionario. Esa frase vulgar podría reflejar su visión tecnocrática o elitista, con la que asume que los ciudadanos necesitamos ser "moldeados" para encajar en un modelo de gestión diseñado desde las aspiraciones personales.

Pero aquí veo otro problema ¿Quién o qué define la calidad de vida de nosotros los ciudadanos? o acaso la frase es un primer paso en el intento de homogeneizar o imponer un estándar de "ciudadano ideal" sin respetar las características socio-económicas culturales.

Esta apreciación tiene una connotación conspiranoica, por tanto se requería hacer un estudio profundo de la persona que redacta o dice esa frase como parte del discurso político. Aunque existe la probabilidad que la replica inconscientemente.

Para romper esta frase

Si por una necesidad estratégica se hace indispensable el funcionario decide usar esta frase, es necesario que le de respaldo y contenido, un trabajo basado en datos y relatos para convertirlos en líneas argumentativas, empezando por la definición de "calidad de vida" desde los conceptos filosóficos hasta patrones culturales de los ciudadanos que conforman los distintos grupos objetivos de la gestión institucional.

Además preparar los sistema de indicadores tanto de gestión como de resultados que permitan evaluar objetivamente ese "mejoramiento", lo que además sirve como insumo para preparar los planes operativos y los respectivos presupuestos.

Esto se consigue con una de las herramientas más mal usadas en la gestión política: participación ciudadana. El funcionario debería trabajar en consultas públicas, preparar talleres, foros y otros espacios físicos y virtuales para obtener esos relatos; requiere, así mismo, impulsar mecanismo para medir la satisfacción ciudadana que no significa conocer el porcentaje de popularidad.

Un tercer escenario, mucho más complejo pero indispensable: transparencia informativa; es decir, en cada comunicado físico o virtual sobre una gestión o una obra o un servicio, incluir datos sobre costos, plazos, nombre del responsable, acceso a otros datos complementarios, que nos permitan a los ciudadanos cualificar y calificar cada gestión.

Si estas recomendaciones o sus variantes no fuese parte de la política de trabajo del funcionario, simplemente repetir "mejorar la calidad de vida de los ciudadanos" seguirá siendo una frase vulgar e inservible.

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