Muchas personas juzgan a las profesiones desde su perspectiva, gustos e intereses personales o grupales. Para el caso de este comentario tomaré un ejemplo relacionado con quienes ejercen libremente la abogacía y, específicamente por ahora, en temas penales.
Sobre otra profesión que también genera reclamos desde los prejuicios y los obstáculos socio-culturales, está la del periodismo. Por ahora dejaré esto como un enunciado.
Regreso al motivo de esta entrada. La última semana de abril del 2021 en Ecuador, se presentaron dos casos emblemáticos con respecto a los abogados: asesinato de Harrison Salcedo, defensor de personas vinculadas con casos de corrupción gubernamental, y de Juan Pablo Albán, quien tiene como cliente a Jorge Yunda, alcalde de Quito, acusado formalmente por compras irregulares de pruebas PCR.
Al profesional Salcedo se lo ha tachado de "abogado de la mafia" y luego de su asesinato se hicieron públicas algunas imágenes publicadas por él en sus distintas redes sociales, junto a unas armas de fuego y en locaciones lujosas que le mostraban aparentemente haciendo uso de su tiempo libre. Otro tema para revisarlo por separado.
En el caso de Juan Pablo Albán, la enardecida opinión mediática lo acusó de inmoral por haber aceptado ser el defensor del funcionario municipal. Y fue esta situación la que realmente me llamó la atención por el significante que tiene en cuanto a la libertad de una persona para contratar los servicios de un abogado que considere conveniente para su defensa.
Un escenario lo puso en blanco y negro Lorena Grillo en su cuenta Twitter: "Ecuador, el país en el que, cuando te procesan penalmente a ti, quieres que se te respeten todos los derechos, y lloras en todos los medios cuando no. Cuando se procesa a quien te cae mal, a esos derechos los llamas maniobras, argucias, sapadas y correísmos. #TercerMundoStyle."
Con motivo de las juzgamientos mediáticos, Juan Pablo Albán (Hoja de Vida) reacciona explicando el libre ejercicio de los abogados y lo hace en una secuencia de tuits publicados en su cuenta @JuanPablo_Alban: "Tras los ataques personales sufridos desde febrero cuando asumí la representación de uno de los acusados en un proceso penal, creo necesario hacer una reflexión sobre el ejercicio profesional e invitar a mis colegas a hacerla. Abro hilo:"
Los abogados, descalificaciones aparte, cumplimos tareas fundamentales en sociedad: garantizar una convivencia pacífica y respetuosa del otro; procurar justicia y seguridad jurídica para las personas; y defender sus derechos e intereses.
— Juan Pablo Albán (@JuanPablo_Alban) April 28, 2021
Asegura a continuación: "Al aceptar asesorar o patrocinar a una persona no incurrimos en una conducta ilícita o inmoral, simplemente asistimos a quien necesita nuestra oficio, como cualquier otro profesional y se entiende que lo haremos con corrección."
Y lo complementa con lo siguiente: "Sin perjuicio de ello la conducta profesional impropia en esa asesoría o patrocino puede constituir falta ética y hasta delito, frente a ello hay mecanismos de determinación de responsabilidad que quien sea perjudicado puede activar."
Además dispone que “Los abogados, al proteger los derechos de sus clientes y defender la causa de la justicia, procurarán apoyar los DDHH y las libertades fundamentales […], y en todo momento actuarán con libertad y diligencia”.
— Juan Pablo Albán (@JuanPablo_Alban) April 28, 2021
En el desarrollo de la explicación normativa sobre el libre ejercicio y Derechos Humanos, expone que: El mismo instrumento plantea que las asociaciones profesionales deben “desempeñar la función esencial de velar por las normas y la ética profesionales, proteger a sus miembros contra persecuciones y restricciones o injerencias indebidas”.
Y pone en el conocimiento del público en general: Los Principios plantean además que “Los abogados no serán identificados con sus clientes ni con las causas de sus clientes como consecuencia del desempeño de sus funciones”, que es en nuestro país y en este momento el punto más crítico.
Y en la parte medular de sus argumentos:
Yo no me avergüenzo de ejercer mi profesión, llevo 22 años haciéndolo con honestidad, transparencia y rectitud, con las únicas armas que debemos emplear los abogados correctos y orgullosos de nuestro oficio, la razón y el derecho.
— Juan Pablo Albán (@JuanPablo_Alban) April 28, 2021
Dice además: "Quienes deben avergonzarse son los que desprovistos de argumentos, no tienen más recurso que atacar a los demás, ocultos tras un perfil de red social, los que ofenden de manera gratuita y cuestionan la integridad de quienes no conocen.
En duros términos defiende la institucionalidad: Es deleznable además, que en el extremo del ataque irracional, se trate de descalificar a las instituciones académicas u organizaciones profesionales a las que pertenezca el destinatario de ocasión del odio acérrimo."
Pero también hace un llamado de atención ante los prejuicios sociales: "Antes de denostar, esos ciudadanos acostumbrados a repetir cualquier cosa sin constatar su veracidad deberían informarse que Ecuador es un Estado democrático, con normas, debido proceso, y presunción de inocencia para todos."
La secuencia de tuits finaliza con una alerta hacia la institucionalidad:
El debate es aún más urgente ahora que la abogacía se ha convertido en profesión de alto riesgo, hasta de muerte, porque alguna garantía deberíamos tener para seguir ejerciendo nuestro oficio con entereza y sin miedo.
— Juan Pablo Albán (@JuanPablo_Alban) April 28, 2021
Coyunturalmente el razonamiento del catedrático puede convertirse en otro de los pilares que sostienen las irracionales arremetidas de ciertas nuevas sociedades virtuales, según lo expone Gabriel Zanotti en su conferencia "Libertad de expresión bajo ataque" y que como parte de sus expresiones asegura que:
"La libertad de expresión tiene su máxima garantía cuando estamos convencidos de que algo es verdadero si nos sometemos al pensamiento crítico y no lo imponemos por la fuerza".
Desarrollo del escenario que realiza Gabriel Zanotti, académico con un doctorado en Filosofía:
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