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13 de mayo de 2018

Apropiación de los sentimientos para el control social


A los pocos días de haber leído el documento La conciencia colectiva como “conjunto de fenómenos”, tuve la oportunidad de escuchar un programa de radio en que se analizaba esta situación. Una coincidencia que me dio una pauta para fortalecer el trabajo crítico para el análisis del discurso.

¿Qué estamos enfrentando en esta nueva era de la comunicación social? Por un lado están las oportunidades de cada persona para expresar lo que a bien quiere a través de sus cuentas en redes sociales virtuales, el segundo lo que publican los medios de comunicación públicos y privados, y cerrando el triángulo lo que cada persona consume como información según sus gustos, necesidades e influencias.


Entonces cuando tuve la oportunidad de escuchar a Claudia Fernández y Luis Gómez en un programa de radio, justamente, que tenía como eje el tema: “Conciencia colectiva”, sus aportes fueron orientativos en mi análisis del que ahora yo le llamo “Triangulación comunicacional” y que lo uso para destruir mensajes preparados para homogenizar a la población con fines de control social; es una herramienta contra el Estado de propaganda.

En sus intervenciones con diferentes enfoques me fue posible distinguir que tanto el Marketing empresarial como el político-social, tienen un estrecho vínculo y un hilo casi invisible que trabajan para que grupos de humanos entren en el plano de la homogenización en diferentes intenciodades y objetivos.

Entre en mis estudios universitarios de periodismo, hace ya más de 20 años, una de las materias era psicología de la comunicación; con el tiempo avance hasta llegar a conocer lo que eran las masas y por ende los mass media, datos adquiridos antes de la irrupción brutal de las redes sociales virtuales y la ampliación de la cobertura en los servicios de Internet.

Claudia Fernández de una u otra manera me llevó por un camino distinto al que yo había conocido como objetivos de la mercadotecnia; simplemente dijo: no se comercializan productos, se venden aspiraciones. Entonces supe que esas masas se habían transformado en una clasificación del mercado, ya no de tipo demográfico sino de públicos objetivos estratificados por sus aspiraciones y preferencias. El “todo público” había muerto.

Pensé entonces en la famosa obligación que tienen los actuales medios de comunicación social para poner la “clasificación de contenidos” así como las restricciones en la emisión y publicación de información editorial y comercial.

Comprendí que enfrentamos a un modelo económico en el mercado de la comunicación social, considerando que la oferta y demanda tienen influencias externas manifiestas y latentes.

En su momento Luis Gómez realiza un aporte trascendental: que no solo venden productos y aspiraciones sino también emociones, plática que conduce por los rumbos de la política y lo político; es decir, el uso de ese planteamiento mercadotécnico para ganar el “favor popular” y alcanzar el poder político.

El análisis del catedrático puso sobre la mesa el modus operandi de quienes entran en la actividad electoral como consultores y, por ende, de candidatos “intentando responder, intentando ofrecer, soluciones más que a problemas racionales a situaciones emocionales.” ¡¡Bingo!!

"... el político lo que hace es, de alguna manera, comprar votos a cambio de que quienes lo votan se sientan menos afectados por aquellas emociones que cada día le preocupan cuando se levanta por la mañana... "

¿Cómo uso este conocimiento en el trabajo periodístico y en función de la línea editorial del medio de comunicación social –reitero- público o privado? Pregunta desde la oferta pero desde la demanda existe otro cuestionamiento trascendental: ¿Qué tipo de noticias periodísticas consumen los lectores, radio escuchas, televidentes e internautas?

Las preguntas planteadas me saltan luego de escuchar el análisis que realiza Luis Gómez con respecto al populismo y a la manera en que las personas deben aprender a consumir información para salir del grupo “masas” para entrar en el espacio de la racionalidad: las emociones humanas son las que se mantienen como un eje trasversal en sus planteamientos.

A partir de esta publicación, en mis análisis del discurso, deberé tener en cuenta los aspectos sentimentales de los públicos a los que se quiere llegar; pero también me servirá para identificar las fake news que desde las instancias gubernamentales y de las campañas electorales se emiten para lograr popularidad abusando del conocimiento que tienen sobre las aspiraciones sociales.

En otras palabras, el trabajo de identificar falsos positivos comunicacionales depende de descubrir la manera en que quienes ostentan cualquier tipo de poder lo usan para controlar a los grupos sociales a los que se pertenecen o quieren influir.

Invito a escuchar las intervenciones completas tanto de Claudia Fernández y Luis Gómez que me ayudaron a llegar a esta conclusión en construcción.


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