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13 de septiembre de 2018

Crónica política: arte de romper el cerco legal del periodismo

En tiempos de alta velocidad informativa hace falta más periodismo, más análisis de los temas que impactan a la sociedad. Ya no es suficiente la noticia mediática.

Esta fue una de las conclusiones a las que llegué durante el taller sobre ¿Cómo se escribe una crónica política? Además me permitió entender la necesidad que existe para contar el fondo y los detalles de un hecho en que los protagonistas son los funcionarios.

Los conocimientos proporcionados por María Sol Borja, editora asociada de GK, tuvo como pilotes a los escenarios de los personajes públicos y los detalles de su accionar, en saber reconocer los detalles que no son parte de la noticia pero dan pauta para descubrir otras noticias y también las intenciones-gustos al momento de sentarse a redactar lo obtenido de una cobertura.

Y es justamente ese último pilar el punto de partida: en este campo del periodismo no se hacen coberturas para la inmediatez, no es un producto de la reportería, ni para contar urgente el hecho a través de las redes sociales virtuales. La cobertura para escribir una crónica política requiere de resistencia y tolerancia.

El otro de los argumentos: ¿Qué tienen que ver los gustos y las intenciones en esta actividad? Las afinidades y desavenencias políticas del cronista marca la manera en que escribirá y la percepción que tengan los lectores sobre la intención del escrito; los gustos: se nos dijo a los asistentes que en lo posible debemos centrarnos en aquellos temas en los que estamos seguros es nuestro norte literario (hasta que asome otro).

Justo es la otra parte: en este tipo de informaciones es posible darnos ciertas licencias argumentativas que en la redacción periodística actual se "nos tiene prohibido" y están sujetas a lo que dictaminan las leyes elaboradas por los políticos. (Tal vez por eso las hicieron).

Gracias a una narrativa al detalle es posible conocer los entretelones que la noticia necesitó pasar por alto o que por línea editorial puede considerarse como un "tema gastado" o sujeto a restricciones legales.

¿Pero que hay de la velocidad para presentar el texto producto de la cobertura? Ni tan pronto como en la noticia ni tan lejano como una novela, pero hay una condición que es el otro pilar: resistencia y tolerancia.

Aquí es, cuando se nos dijo las características de quien escribe este tipo de notas y que yo lo interprete como que la cobertura es como entrar a una mina a buscar oro, hay estar allí y escarbar en palabras, hechos, acciones, actitudes... hasta que de repente se encuentre la veta para seguirla, para ir discriminando la simple roca de lo que será ese metal precioso que servirá para la redactar.

Visto así es el propio minero el que se convierte en joyero.

La construcción de "la joya" requiere de saber el contexto del escenario de hecho político, así como de los personajes principales, secundarios o tal vez de uno de los extras que pasan inadvertidos; algo así como como: no mire a donde todos miran.

Esa fue la explicación de Sol Borja y nos recomendó que se requiere tener mucha perspicacia para encontrar los "hilos" que podrían ser los que junta los escenarios con los personajes y que es allí cuando se está al frente de una crónica política que revela un problema o permite prever un problema.

Fueron casi cinco horas de una continua charla entre nosotros los participantes y María Sol Borja, no tuvo la tradicional metodología de enseñanza de un profesos a sus alumnos; asistí a las reflexiones en alta voz que hace el maestro sobre sus propias acciones para que se conviertan en direccionamientos.

Sol Borja y algunos de los participantes en el taller sobre
redacción de crónicas políticas.
En mis cavilaciones sobre el intercambio de opiniones, criterios, puntos de vista, bromas, recomendaciones y experiencias de aquel sábado por la mañana, llegué a la conclusión que si se quiere recuperar al periodismo es necesario diferenciarlo técnica y metodológicamente de la reportería.

Aunque no lo comenté en ese momento, mientras escuchaba las intervenciones de cada uno de quienes estuvimos en ese taller, se mantuvo en mi mente una de las recomendaciones de Daniel Coronell: todo lo que diga un funcionario es falso hasta que se demuestre lo contrario.

Pero también que es necesario romper los debates sobre la licencia que debe tener un periodista para publicar sobre aquello que es testigo, sin tener que usar las reglas de la abogacía y no al interior del cerco legal que los propios políticos le pusieron a los cronistas periodísticos.

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