Páginas

18 de noviembre de 2021

El talón de Aquiles en los planes y proyectos

Publicado originalmente en
La Verdad. Edición No, 399 de octubre

En esta otra época política, como quiera que se llame o cualquier nombre que se le ponga, se la puede caracterizar como de un constante y rápido rompimiento de los sistemas disciplinarios, de esos que están apegados a la ley y de los muy cercanos a la ética.


Lo anterior puede no ser un problema, entonces no existiría razón ni para escribirlo ni para leerlo. Pero si fuese lo contrario es indispensable definirlo y explicarlo, porque será la manera en que yo, o Usted que ahora lo lee, pueda encontrar algunas de las razones por las que los planes personales o sociales se desmoronan.

Como un acuerdo inicial, establezcamos que disciplina es la manera coordinada, ordenada, reflexiva y sistemática de realizar un conjunto de acciones orientadas al cumplimiento de un objetivo. 

Un ejemplo sencillo: si existe la necesidad de bañarse ¿Qué hace hasta el momento que ya se bañó? ¿Acaso primero se seca y luego va hacia la regadera? Y así pueden ponerse una serie de ejemplos personales y a los que también se los podría justificar como “así es la costumbre de…”

Entonces subimos un nivel a esta reflexión ¿Por qué deben cumplirse cada uno de esos pasos? ¿Por qué primero y no segundo? Las respuestas son los momentos de reflexión, de razonamiento lógico, de tener conciencia y diferenciar, aunque en el imaginario pueda parecer igual o sin importancia. 

Como una manera de ampliar lo mencionado, me permito plantear un relato de ficción pero que bien puede pasar como una anécdota.

Justo frente a un operativo de control, un abogado conducía distraído cuando ante un aviso de PARE, pasa sin frenar, pero disminuyendo la velocidad; un policía lo detuvo y se produjo la siguiente conversación:

Policía: Buenos días. Matricula y licencia de conducir, por favor.

Abogado: Pero… ¿Por qué?

– No se detuvo ante el aviso de PARE, allá atrás.

– Yo disminuí la velocidad y como no venía nadie…

– Exacto… Matrícula y licencia de conducir, por favor.

Ante esto el abogado argumentó: ¿Sabe Usted cual es la diferencia jurídica entre disminuir y parar?

Sin perder la compostura el policía respondió: La diferencia la dicta la ley: ante un aviso de PARE, se debe parar completamente el vehículo. Documentos y licencia de conducir.

– O tal vez no, señor policía. Yo soy abogado y sé de sus “limitaciones” en la interpretación de un texto legal. Le propongo lo siguiente: Si usted consigue explicarme la diferencia entre disminuir y parar, yo le doy los documentos y Usted podrá multarme. Si no, me deja ir sin multa.

La respuesta del oficial fue tajante: Positivo, acepto… ¿Puede hacer el favor de salir del vehículo, señor abogado?

El abogado se bajó del carro y entonces los otros policías que formaban parte del operativo lo agarran a patadas, golpes por todo lado…

Obviamente el abogado gritó pidiendo socorro, e implorando que paren. Y el policía pregunta:

– ¿Quiere que PARE o DISMINUYA?

El abogado en su desesperación grito: ¡PARE!… ¡PARE!… ¡PARE!…

Nuevamente sin inmutarse el policía concluyó: – Afirmativo, ya comprendió ¡Documentos y licencia de conducir!

Y hasta aquí este breve cuento, pero que de seguro en muchos de quienes ahora están siguiendo este comentario, podrían estar pensando en la manera que conducen sus autos y cuanto desconocen sobre las razones de las reglas mínimas de la vialidad, lo que sirve como peldaño para ir a un tercer nivel.

Las reacciones sociales ante lo que significa nuestro Ecuador son diversas y podría presumirse que son, así mismo, variadas; tomo, entonces, como punto de apoyo, uno de los argumentos que sirvió para estructurar los Consensos de Cusín: “somos una sociedad profundamente desigual entre regiones, grupos étnicos y géneros y que padece de grandes privaciones…” pero que no alcanza a dimensionar los aspectos culturales relacionados con la indisciplina social.

Existe otra percepción que rueda por redes sociales y que tiene mucho eco: somos un país ingobernable, en que se ataca a diferentes grupos sociales con catalogándolos de ignorantes o que privilegian la ley del más vivo, que la corrupción nos carga en peso…

Pues como nada está suelto, Javier Benegas, articulista de disidentia.com despeja el humo que tapa una intención política: “Afirmar una y otra vez que la sociedad es idiota, además de ser falso, es hacer el juego al poder, porque el poder necesita que la sociedad opine de sí misma que es idiota.”

Siendo así, a mi mente llega El Leviatán, obra de Thomas Hobbes publicada en 1651, en la que hace referencia al monstruo bíblico más temido para explicar y justificar la existencia de un Estado absolutista que subyuga a sus ciudadanos, mediante un pacto consensuado en la relación de poder entre mandado y mandatario.

Estos argumentos nos llevan a pasar de la disciplina social al teatro de las implicaciones sobre la indisciplina social, vista como una complejidad de situaciones personales y de los ecosistemas en que se desenvuelve la vida diaria. Podría aseverarse que la indisciplina es más humana.

La indisciplina social es la negación de la disciplina, su antítesis, que bien puede definirse como la actuación de una persona o de los distintos grupos sociales, sin acatar los principios, normas y objetivos de la sociedad ante una circunstancia, una tarea, las soluciones a un problema o los objetivos propuestos; que bien puede tener un origen racional o por ignorancia.

Ahora bien. “Aprender a aceptar y adaptarse a los resultados inciertos y absolutamente abiertos de la acción social es imprescindible en la construcción de una sociedad libre.” Luis I. Gómez, catedrático y divulgador científico. 

Recapitulemos. En lo individual, sea en el entorno laboral, familiar y social, sea en la generación de políticas públicas o ejecución de proyectos, el factor de las decisiones humanas es, al mismo tiempo, una fortaleza y el “talón de Aquiles”. 

Puedo, entonces, llegar a una primera conclusión planteada como un dilema: ¿Para solucionar problemas debe imponerse un régimen disciplinario o entender el origen de la indisciplina social como un catalizador de los planes y proyectos?

Y claro, aquí se abre una puerta a otra dimensión: ¿Y si la indisciplina social es una reacción a la ausencia de libertad? Es un buen momento para dar ese paso y entrar a ese nuevo mundo.  




Audio sugerido:

Adaptación de la crónica Presagio, publicada en el libro "Mis historias urbanas" de la periodista Blanca Moncada a quien se le conoce como Blanky Monky.


No hay comentarios:

Publicar un comentario