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6 de junio de 2024

La basura como parte del paisaje

Desde hace algún tiempo he trabajado en contra de la basura abandonada en los espacios públicos, visualizando el problema, tratando de encontrar el origen, buscando posibles soluciones y, claro, tratando de comprender el accionar humano. El 1 de junio de 2024 por fin pude concebir una de las razones.

Foto de Raúl Zavala M.

Decenas de tuits he subido mostrando los desperdicios que muchas personas dejan en la playa, sumada a la que es arrastrada por la marea, como muestras de otro de los graves escenarios que vivimos en Ecuador y las reacciones han sido de repudio hacia esos desconocidos. Un día meditando sobre esto concluí que el problema no es la basura, es de nosotros los sucios.

Ya en el 2018 La Verdad publicó uno de mis artículos titulado "¿Por qué somos sucios?" en el que también me pregunto ¿Por qué no hay acciones contundentes contra los sucios? También cuestiono a las famosas "mingas" y sus distorsionados objetivos. (Puede leer la publicación AQUÍ)

 "No luchemos contra la basura sino contra los sucios"

El tiempo pasó y de ser un testigo crítico me convertí en actor, primero como parte de la organización barrial del lugar en que estoy radicado y desde julio de 2023 en la gestión directa de la Municipalidad de Jipijapa para el control territorial; un trabajo que, entre otros aspectos, me condujo a sumergirme en los procesos de recolección de basura, a conocer más a fondo a las personas encargadas de extraer los desechos de calles, avenidas, parques, playas, tachos, tarimas... también a quienes denigran, insultan y se molestan por el trabajo de limpiar esos mismos espacios o se les pide que no lo hagan, así mismo a los que reaccionan de manera consciente y enmiendan sus errores.

Lo que muchos no conocemos es el costo humano y financiero de recoger basura, tampoco la logística necesaria para limpiar a diario los espacios públicos. Para una persona es apenas "botellita" o un "papelito" pero sin imaginar cuando son 100 personas. Una de esas experiencias fue cuando en un tiempo libre decidí extraer lo que dejan "los turistas" en uno de los tramos del Malecón de Puerto Cayo:

Un año de labores en el intento diario de mantener limpia, principalmente, la cabecera parroquial, tiempo en que no logré entender porque esta operación tenía muy pocos resultados sustentables; el personal de recolección cumplía la ruta extrayendo fundas y tachos con desperdicios orgánicos, basura de la calle... pero se regresaba a mirar y nuevamente estaba sucio. Obviamente hice consultas y la respuesta general fue: "... es un problema cultural". 

Otras respuestas salieron de mis sospechas, por ejemplo: la suciedad está asociada a la pobreza" pero allí tuve el contrapeso en que otras personas de clase media y alta también tenían esas mismas características. El ser sucio tampoco está ligado al nivel de instrucción académica o situación laboral. Muchos años mantuve viva mi duda sin poderla esclarecer y únicamente justificando ese mal accionar ciudadano con que aprendí como "La teoría de los cristales rotos".  

Como me pasa generalmente, alguna cuenta en Twitter (X) siempre me clarifica el panorama, más aquellas cuentas humanas a las que les tengo confianza de sus aportes, esté o no de acuerdo con sus orientaciones políticas, sociales o culturales. Dos de esas personas tuvieron un breve intercambio de post que me resultó el faro en medio de la noche oscura:

Natalia Marín @yluminaty: Qué difícil es trabajar con el común de las personas de nuestro medio. Todo es mediocre, a medio hacer, todo queda más o menos. No les incomoda ver algo sucio. Si ven un papel en el piso, levantan el pie y pasan por encima, si algo está goteando le amarran un plástico, si algo está partido no les afecta visualmente. El desorden y la suciedad no les perturba en lo más mínimo. Hay que estar parados al pie mientras trabajan porque mientras arreglan algo van dañando algo más o ensuciando o rompiendo. Es nuestro cerebro el que debe cambiar. Y ahí va a cambiar el país.

Llegó entonces la respuesta de Eduardo Emanuele @caedemmo

Un jefe mío, muy sabio, hace muchos años me dijo… “Si la mancha de la alfombra se convierte en parte de la decoración, has perdido el sentido de la perfección y el buen gusto”

Lo leí rápido y me agradó, lo medité y supe que definitivamente me resultaba de alta utilidad. Sí, el problema de la basura es un asunto cultural, pero al ser una expresión altamente genérica lo mencionado por las dos ecuánimes personas aterrizó en mi problema como la solución.

A mi mente regresó lo que había posteado como una síntesis de lo vivido durante este proceso de "pelear contra los sucios" a sabiendas que la basura no es el problema:

En este punto puedo, entonces, conjeturar que el problema de espacios públicos sucios nace en la naturalización de funcionarios y ciudadanos del paisaje con basura; es decir, estas personas viven en entornos similares, sean domiciliarios, barriales, académicos y laborales. Para esas personas es anormal no ver basura. Habría que hacer algunos estudios más profundidad para probar o disprobar esta conjetura.

También puedo asegurar que el operativo de recolección de basura y barrido de calles debe estar acompañado antes, durante y después con procesos comunicacionales y de control, pero además de un sistema sancionatorio; es decir, no es únicamente limpiar por limpiar, debe ser integral partiendo de una adecuada inducción a los funcionarios o trabajadores que tienen esa responsabilidad, a pasando a los ciudadanos para que cuiden su entorno físico inmediato y cercano, además de "recordar" a los visitantes y transeúntes la obligación de no arrogar basuras a la calle.

El escenario laboral de los quienes trabajan de una u otra forma con la basura es complejo en vista de las condiciones y prejuicios existentes, por tanto implicaría hacer un seguimiento de salud ocupacional en lo físico y mental. Existe el riesgo que naturalicen la presencia de basura y también se les convierta en parte del paisaje.

Mi aprendizaje en concreto. El trabajo de mantener habilitados los espacios públicos no consiste en barrer y recoger basuras, implica un proceso de acondicionamiento social positivo y generar relaciones vecinales sanas independientes de afectos y desafectos. La basura y suciedad son enemigas comunes.

 Finalmente: al igual que la seguridad la limpieza de los espacios públicos es un juego infinito.

Datos sobre el autor de la nota:
Cuenta Twitter: @Zavala_Ra
Blog de Comentarios cortos: https://raulzavala.wordpress.com/
Blog de generalidades: https://lodijeron.wordpress.com/

Canal de vídeos: https://www.youtube.com/@RaulZavala

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