Las políticas al respecto al parecer son claras pero la
cantidad supera la capacidad de recolección, pero hay un agravante: existimos
muchos sucios.
Es incomprensible como en muchas playas, carreteras, veredas,
parques y en casi todo sitio público las personas esparcen sus desperdicios… la
basura no llega sola hasta esos sitios. En contraparte existe otro grupo humano
que por trabajo y por iniciativa propia limpian esos espacios.
Viene al caso comentar sobre la gran campaña mundial contra
el plástico y los daños que provoca en el ambiente; pero el plástico no tiene
la culpa, la culpa es de quien bota todo producto en donde caiga. ¿Por qué no
hay acciones contundentes contra los sucios?
Uno de los “damnificados” de esa campaña son los sorbetes,
popotes o cualquier nombre que tengan; pensemos si ese producto tiene vida
propia, analicemos si es que eliminarlos es un remedio. En iguales
circunstancias están las fundas plásticas.
Los humanos estamos trasladando nuestras ineficiencias hacia
objetos inanimados. ¿Entonces qué hacer frente a la contaminación de los
desechos sólidos?
En Ecuador están de moda las famosas “mingas de limpieza”,
un tipo de acciones conjuntas para recoger las basuras que otros dejan, se las
hace como si fuesen acciones cívicas cuando la realidad es que tienen otra
connotación en cuanto al mensaje: ensucie lo que quiera que yo lo limpio.
Me asombra leer en las noticias la cantidad de basura que se
recogen en las mingas, es como si fuese un acto heroico.
Pero avancemos en este mundo de sucios y las marcas que
dejan a su paso. Tuve la oportunidad de conocer la propuesta ecoturística
llamada Río Muchacho, allí no había tachos para la basura y cuando consulté me
dijeron: aquí nada se desperdicia y por favor llévese su propia basura. Los
sucios reclaman que no hay tachos de basura en dónde ellos quieren.
Entonces está en escena un actor fundamental: la
municipalidad, que en verdad es un tema bastante oscuro todo el andamiaje que
disponen para la recolección, traslado y disposición final de los desechos
sólidos; además de tratar con aquellos ciudadanos que les importa un carajo lo
que ocurra con la basura.
También está el famoso reciclaje, una de las actividades más
costosas que existen para solucionar este problema de los desechos sólidos
(esto merece un análisis aparte). Están quienes recogen ciertas basuras pero
para poder ganar algo de dinero y sobrevivir, que tampoco son una solución.
Hemos llenado de letreros que nos dicen “bote la basura en
su lugar” o “prohibido tirar basura aquí” y así montón de palabras que se las
lee bonitas y feas que, además, contribuyen a la contaminación visual.
Por alguna razón en Ecuador aún no iniciamos una lucha
contra la suciedad y los sucios. Tal vez no sea una campaña políticamente
correcta y quitaría popularidad a los funcionarios o a las marcas.
Existe la probabilidad que cuando dejemos de ensuciar inicie
la verdadera descontaminación del planeta, de nuestro entorno; las
municipalidades gastarán menos dinero y será hermoso siempre un paisaje urbano
y rural limpio.
Propongo: cambiemos de enfoque, no luchemos contra la basura
sino contra los sucios, así de drásticos.
Publicado en la revista La Verdad, edición agosto de 2018.
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