Desde ahora los que vivimos en Ecuador, nacionales o extranjeros, estamos enfrascados en una simple pregunta y de la que depende, supuestamente, nuestro futuro.
Unos pueden abiertamente responder desde ahora, otros tienen la obligación de callar, otros aun no saben qué decir. En otras palabras el porvenir es incierto.
En unos pocos días y contadas horas los asambleístas entregarán un proyecto de Constitución Política para Ecuador y los votantes estaremos en obligación de decirle SI o decirle NO, sin términos medios. No hay opción para nada más.
¿Cuál es el significado futuro o pasado de esas dos expresiones tajantes en este caso? Tampoco hay respuesta, es una nueva incertidumbre.
Entonces por qué muchas personas están empecinadas a decirnos por lo que debemos votar y desde ya nos inducen a pensar que el SI es lo mejor y que el NO es peor, también que el SI es atentar contra el progreso y que el NO es darle una verdadera oportunidad al país.
Pienso que el SI o el NO deben estar ligados a otro tipo de opciones y no en el sentido de lo bueno o lo malo, que son subjetivos; menos a que el futuro dependa de una de esas expresiones. Tampoco la respuesta debe estar relacionada con la alta o baja credibilidad de una persona y peor aun con opciones que pudieran estar alejadas de nuestra realidad social, histórica y económica.
En definitiva, creo que el único camino es esperar que los asambleístas entreguen todo ese proyecto de Constitución, darnos el tiempo para leerlo, desmenuzarlo, interpretarlo, escuchar a los expertos y no expertos, a los unos y a los otros y hasta hacer consultas esotéricas, hasta el momento en que nos toque ir a las urnas.
Eso implica que mucho de nuestro tiempo deberemos dedicarlo a la radio, a la TV, a la prensa, a las conversaciones de esquina y cafetín, a las discusiones familiares, dejando de lado nuestro actual anormal tiempo de trabajo para sentarse a tomar una decisión simple y sencilla: el SI o el NO.
Y claro, como no puede ser de otra manera existe un Plan “B” y en este caso es de simplemente no hacer nada, no preocuparse, no leer ni querer saber si el ese proyecto es bueno o malo, peor aun tratar de entender si es que el trabajo de los asambleístas es adecuado o no. Dejar las cosas a la suerte, llegar a las urnas y simplemente rayar en lo que caiga sea SI, NO, CRUZ o BLANCO, luego a esperar los resultados. A la final seguir en lo mismo de todos los días sin importar lo que pase ahora o después. También no ir a votar.
Este asunto del SI o el NO es tan simple como decidir si es que es más bonito el blanco o el negro, en que no hay opción para el gris u algunas otras gamas de colores.
El “depende” es una opción que no existe en nuestra vida democrática actual.
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