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8 de enero de 2019

Los paseos por el cielo del PUMA Aníbal Rivera

La muerte en los soldados de fuerzas especiales no es una tragedia pero no dejan de doler. Es lo que nuevamente vivimos quienes pertenecimos a la unidad militar GFE 111 Rayo "PUMAS" cuando nos enteramos del incidente con Aníbal Rivera.

En nuestras unidades se asegura que "los paracaidistas nunca mueren, solo van al infierno a reagruparse" y eso es lo que ahora sabemos del Suboficial Infante de Marina (SP) Aníbal Rivera, quien disfrutaba de su retiro en una de sus pasiones: pasear por el cielo.

El lunes 8 de enero de 2019 recibimos la noticia y los mensajes de condolencia no se hicieron esperar, cada uno de quienes aún nos mantenemos en otro "cuartel virtual".

Compañeros de su promoción, comandantes de los PUMAS, quienes lo conocimos como nuestro instructor, los que vivieron con él situaciones de empleo y combate, aquellos en que la amistad superó los lazos de la profesión, juntamos nuestros saludos con la seguridad que los soldados viejos no morimos, simplemente nos desvanecemos.

En este proceso de recuperación de la memoria histórica de este insigne grupo de soldados especiales PUMAS, implica recabar algunos datos y publicarlos, de tal manera que el olvido jamás exista, en ocasiones con alegrías, otras con indignación pero con la certeza que en algún momento será por la caída de un combatiente.

Una segunda parte de la historia del Infante de Marina Rivera empieza cuando cumplió con éxito el el tercer curso propósito especial PUMA y luego fue asignado como instructor de la cuarta promoción; cuando el mando militar allá por 1986 decidió disolver el GFE 111 Rayo, fue asignado a la Base de Infantería de Marina en San Eduardo y fue instructor de un curso de comandos. Para esa época ya había completado otros cursos y las insignias, como testigos de preparación, resaltaban en su uniforme.

El destino y una lesión lo condujeron al hospital naval, en donde permaneció por algún tiempo y fue donde adquirió otras destrezas relacionadas con la odontología, pasó así a ser parte de unidades de sanidad; mucho podría contarse de su extensa hoja de vida en la que no constan únicamente su logros militares, sino también los de la vida familiar junto a su esposa y sus hijos.

Su entereza, profesionalismo y sentido militar a carta cabal fueron los sustentos para que alcanzar uno de los grados más altos de entre la tropa como es el de Suboficial. Y como "nada es para siempre" le llegó la hora de su retiro pero también fue la oportunidad para seguir en una de sus pasiones como es la de volar y lo hizo en las diferentes modalidades de parapente, como deportista profesional consiguió campeonatos nacionales e internacionales.

Su camino a reagruparse ocurrió mientras disfrutaba de sus paseos por el cielo, algún mal funcionamiento en las correas del arnés hizo que cayera desde aproximadamente 15 metros, a pesar de los primeros auxilios y las intervenciones médicas, no lograron impedir que dejara de respirar.
PUMAS en la despedida de Aníbal Rivera
Queda entonces:
Dadme mi Dios lo que te resta, dadme lo que jamás nadie te pide 
Yo no te pido el descanso ni la tranquilidad del alma ni del cuerpo...

... Dadme mi Dios lo que los demás no quieren,
pero dadme también
el coraje, la fuerza y la fe.

Hoy frente a su tumba, con los honores militares que se merece y se hizo acreedor, los PUMAS, usando nuestra boina verde, le encomendamos una nueva misión: Descansa en Paz.

Desde ahora tendremos en mente el nuevo vuelo en que se encuentra Anibal Rivera:


Gracias al PUMA Adriano Montenegro por la conversación que permitió escribir esta corta historia.

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