En la mayoría de casos el asesinato a periodistas está en marco del juego que tiene el poder político, bien por su incapacidad de enfrentar las nuevas amenazas sociales o porque tiene la necesidad de no comprometer su imagen pública. Esta fue una de las interrogante que me llevó a escribir un artículo para La Verdad, revista de circulación mensual, y que tuvo a bien publicarlo.
En la edición 365 de diciembre de 2018, a dos páginas, se encuentra mi planteamiento, que tomó como base la investigación periodística "Frontera Cautiva" y una entrevista a la cronista María Sol Borja; el tema: ¿Por qué asesinaron a Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra?
El texto fue redactado antes de conocerse que se dio de baja al principal protagonista: alias Guacho, de la filtración de un audio presidencial; lo que fortaleció las hipótesis que se manejan entorno a este caso que tiene tintes más políticos que delincuenciales. O tal vez lo contrario.
A continuación la transcripción literal de lo publicado bajo el título "Misterios en Frontera Cautiva" y luego una nota con Ricardo Rivas (hermano de Paúl) puesta al aire en Oromar Televisión luego de la muerte "oficial" de Guacho.
Entre silencios y publicaciones, el capítulo negro en contra del periodismo de Ecuador aún no está cerrado. No hay una prevalencia de ataques directos pero es evidente la guerra de desgaste que se infringe sobre él.
La maquinaria que tritura periodistas no se ha desarmado y la consigna de “no maten al mensajero” está vigente. Así es como puedo resumir este 2018 en esa indispensable confrontación entre el poder político y lo que es su real contrapeso.
En esta zona de guerra están inmersos los medios de comunicación y el periodismo, la institucionalidad y las cuentas en las redes sociales virtuales; a veces todos contra uno y en otras todos contra todos. La república se hunde, es victoria de la impunidad.
Terminaba marzo de este año y muchos nos sorprendimos con la noticia que un equipo de periodistas había sido secuestrado, fue el detonante de una crisis y la grave evidencia que al norte de Esmeraldas había otro gobierno. ¿Qué sucedió la noche del 28 de marzo?
El 22 de junio de 2018 los cadáveres del equipo periodístico fueron encontrados. 89 días que el Gobierno de Ecuador soltó informaciones, que los medios de comunicación colombianos estuvieron pendientes de las demandas que hizo Walter Patricio Arizala, alias "Guacho".
Ni Efraín Segarra, Paúl Rivas y Javier Ortega descansan, porque su asesinato es la trama que fue posible conocerla cuando una veintena de periodistas publicaron las conclusiones de una gran investigación titulada “Frontera cautiva”, parte de Forbidden Stories.
El segundo párrafo es una síntesis -no de la historia- del accionar del poder político: “Los hallazgos del trabajo colaborativo muestran cómo se comunicaban los servicios de inteligencia con los criminales, el secretismo e indolencia de los gobiernos de ambos países y lo que grandes medios ecuatorianos y colombianos sabían y no divulgaron.”
Los datos prohibidos fueron replicados por más de medio centenar de medios, pero lo incomprensible es que “los familiares no han podido reconstruir la historia porque el acceso a la información continúa vedado.”
Sigo con la duda sobre el 28 de marzo.
Entro en escena, por tercera vez he leído la investigación completa, me saltan dudas y converso con María Sol Borja, cronista de GK.city, ella participó en la investigación.
- ¿Cuál es la descripción del escenario político nacional luego de la publicación de “Frontera cautiva”?
- Al parecer la estrategia del Gobierno de no dar respuesta al tema se ha mantenido. Igualmente la Fiscalía. Los propios familiares han exigido en distintos espacios que las autoridades les den respuestas, pero desde mi perspectiva personal, justamente la estrategia es no mediatizar el tema porque esas respuestas no existen.
- Y en la misma escena: ¿Se está (estamos) haciendo más periodismo en Ecuador?
- Creo que falta profundizar en temas, en investigar casos como el narcotráfico y su presencia en el país. Hay un periodismo de inmediatez que no trasciende más allá de lo que ocurre en el día a día. Hay, sin embargo, medios que están apostando por hacer temas de largo aliento, de investigación, de darle profundidad y análisis incluso a los temas coyunturales. Este es un ejemplo de que uniendo las fortalezas de distintos periodistas y distintos medios, el trabajo periodístico puede tener mayor profundidad y alcance. Creo que aún falta en el país quitarse la idea de que estamos buscando exclusivas o compitiendo por el público. La tendencia a nivel mundial es justamente la opuesta.
- ¿Cuáles han sido las reacciones sociales frente a las conclusiones de la investigación?
La primera respuesta fue de los familiares que han dicho en varios medios que están agradecidos y que desde su perspectiva es el único intento de lucha contra la impunidad que han podido ver porque desde las autoridades no hay respuestas. El reportaje fue publicado por más de 50 medios internacionales y replicado en Ecuador por los principales medios de comunicación. Volvimos a ver gente indignada exigiendo respuestas pero como decía al principio, las autoridades nuevamente optaron por el silencio.
- ¿Cómo argumentar que lo publicado no es parte de la estructura mediática vigente en Ecuador?
- Quienes formamos parte del equipo de investigación somos periodistas independientes, la gran mayoría no trabajamos para ninguna empresa mediática del país, sino para medios pequeños e independientes que han publicado temas que no entran en la agenda mediática de los medios más grandes: narcotráfico, abusos sexuales por parte de sacerdotes, derechos reproductivos, entre otros. No hemos cobrado por hacer esta investigación, lo hemos hecho porque queríamos buscar respuestas a través del periodismo.
Me quedan algunas preguntas... tal vez algún intercambio de opiniones sobre el manto que cubre la noche del 28 de marzo de 2018. El 2019 es, tal vez, una nueva oportunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario