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19 de julio de 2023

Quejalandia

Advertencia: esta crónica es producto de la imaginación del 
autor, si encuentra parecido con la realidad omita quejarse.

En Quejalandia, aquel lugar en que los ciudadanos viven quejándose, el Estado se ve en la necesidad de hacer una ley para proscribir a los que se quejan. Y claro, muchos se quejaron y salieron a las calles a quejarse, el cuerpo uniformado antiquejas resulta insuficiente y los medios de comunicación no atinan a cual queja dar paso si a la gubernamental o la de la gente. 

Los analistas fueron reemplazados por los quejólogos, una profesión que fue ideada de la noche a la mañana en las universidades ante la obligación de generar soluciones a los grandes problemas nacionales y, gracias al apoyo de los influencers, había logrado desarrollar aquella ciencia a pesar de las quejas de los científicos.

Uno de esos nuevos profesionales asegura que al quejarse el humano se alivia, descarga su frustración, pide atención y empatía, pero cuando abusa de sus pronunciamientos no resuelve nada y que, por el contrario, ahonda los problemas.

Otro menos quejumbroso explicaba que existen tres tipos de quejas:
a) La queja falsa, cuando carece de sustento y es irresponsable;
b) La queja positiva, cuando se la expresa con optimismo y de buena fe; y
c) La queja ignorante, cuando se la hace sin conocer la ley.

Por su parte del Gobierno mantenía activas sus quejas contra el resto de las funciones estatales y estas a su vez respondía con más quejas. Los gremios de los sectores privados también estaban en esa línea por la incapacidad para ejecutar la llamada "Ley de eliminación de la queja para la activación productiva".

También se quejan de las autoridades, aducen que tantas quejas de clientes y trabajadores están restando ganancias, por lo tanto les es imposible pagar impuestos y aumentar la riqueza nacional, considerando que eso les resta buena salud mental para tomar decisiones de más inversiones.

En definitiva todos los funcionarios se quejaban de los ciudadanos aduciendo que no dejan trabajar y que  deben entender que ha sido necesario contratar a más personal para atender las quejas; a su vez los ciudadanos se quejan de los funcionarios porque no cumplen con lo que ofrecieron en la campaña que les llevó a los cargos que ahora tienen.

Así, los lectores se quejan de los escritores y viceversa, los televidentes y radioescuchas se quejan del periodismo, la publicidad y los otros programas; los pacientes de sus doctores y viceversa, hasta los veterinarios de las mascotas y los agricultores de sus frutos. Claro, también, los profesores y alumnos en constantes mutuas quejas, muy similar a la situación entre padres, hijos, hermanos, tíos, primos y parejas. 

Policías y bandidos tampoco se escapan de esta relación nacional.

El único lugar en que las quejas tienen contrapeso es en el ecosistema de las redes sociales, pues allí viven en armonía confrontacional los quejosos de todo contra todo y los "coaching" con sus frases del positivismo tóxico. 

Pero aún así, una parte de la población está convencida de que las quejas son un estilo de vida que permite quejarse por las ausencia de tranquilidad, la otra parte en cambio se queja porque no pueden tener paz. 

El asunto se puso tan normal y común que llegó a oídos del Consejo Nacional de Iluminados y Dueños de la Moral Pública (CONIDPU); empezó, entonces, el proceso de lanzarse quejas mutuas entre los miembros de este alto cuerpo colegiado. Así pasaron los días, lo que que hizo aumento la intensidad de las quejas de los gobernantes, de los empresarios, los trabajadores, las amas de casa y, como en cualquier otra sociedad moderna, de los negociantes de los recursos públicos.

A los tres meses, los concejeros del CONIDPU descubrieron una formula para reducir los niveles de quejas o, al menos, para contenerlas. La aprueban de la única manera que saben hacerlo: quejándose, y llamaron a una rueda de prensa. La dieron y los periodistas se quejaron porque había mucho texto para escribir a sabiendas que la gente se queja porque le hacen leer mucho.

Entonces el Dircom del CONIDPU publicó en sus redes sociales personales el siguiente comunicado:

Pero como la población se quejó porque no era legible y para dar ejemplo, el Dircom contrata a un criptógrafo extranjero para que descifrará la imagen y este es el informe que presentó:

CONSEJO NACIONAL DE ILUMINADOS Y DUEÑOS DE LA MORAL PÚBLICA
A LA OPINIÓN PÚBLICA QUE SE QUEJA

Frente al impacto que generan las quejas que restan tranquilidad a los funcionarios e impiden que el sector productivo cumpla sus objetivos;

Ante el malestar generado por la inaplicabilidad de la "Ley de eliminación de la queja para la activación productiva";

Con el aporte de connotados científicos en el área de la Quejología; y,

Que la población vive momentos de quejas caracterizas por la incertidumbre; 

Los honorables y distinguidos miembros del CONIDPU han acordado que deben cumplirse las siguientes políticas en todos los niveles de gobierno, de gestión empresarial, de relaciones familiares, y como sentencia constitucional sin derecho a la queja:

1.- Todo funcionario nacional y empresario deberá concluir sus discursos con la expresión "Puertas abiertas" para que las personas sientan que hay libertad de queja;

2.- Todo funcionario comunicará de manera insistente que hace "trabajo en territorio" para evitar que las quejas trasciendan las fronteras locales; y,

3.- Todo empresario instalará al menos un quejutorio en sus lugares de trabajo y locales comerciales con un letrero que diga "Para escuchar a la gente";

4.- Todo gobierno local convocará a las asambleas ciudadanas con el slogan "Exprese sus quejas" para que se desahoguen.

Encárguese a los influencers de las redes sociales para que publiquen este comunicado como ellos a bien lo consideren y con libertad de usar sus propios métodos.

Dado y firmado en la capital de Quejalandia

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Por lo pronto están reunidos los historiadores con los quejólogos para elaborar el instructivo legal y así satisfacer sin quejas los requerimientos de los grandes sabios nacionales, mientras que los grupos de ciudadanos empiezan a formar veedurías para que las quejas no se queden en limbo, asunto que generó quejas de las autoridades y acordaron que "El funcionario que se queja el cargo deja".

La academia gestiona espacios junto a los empresarios formales e ilegales para que los speakers formen a los nuevos trabajadores con el objetivo de erradicar la cultura de la queja y el sector productivo tenga la añorada paz laboral. 

Para casos urgentes, indispensables, ilegales, innecesarios o por salud mental, existe un espacio virtual de acceso público: "Quéjate con nosotros"

Así empieza a gestarse el futuro de una nación que cambia la queja por el placer del silencio total pase lo que pase y en la que quizás haya que redactar una nueva Constitución para darle otro nombre al país.

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