Sostiene Raúl Zavala que mejor no puede ser el espectáculo natural que tendrán como escenario los próximos asambleístas al pie del cerro Montecristi, provincia costera de Manabí en Ecuador.
Y es que luego de visitar la zona el pasado domingo 7 de octubre de 2007, no podía dejarse de escribir sobre lo visto. Un día esplendoroso que permitió ver más allá de lo que los ojos ven.
Raúl Zavala indica que ha tomado algunas fotos del espectáculo natural en que se construye el edificio de la Asamblea Nacional Constituyente, quizás algún día esas fotos sea el hermoso recuerdo del lugar que forjó la Nación Ecuatoriana de este siglo y los próximos mil años.
El edificio de lo que será la Asamblea Constituyente está entre dos maravillas naturales, El cerro de Montecristi y el paisaje marino con toque urbano. Desde el majestuoso edificio es posible mirar a la ciudad de Manta, Montecristi y algunas de las vías que unen a estas urbes con el resto de la provincia. Esa vías son como dos líneas negras perfectamente trazadas que cruzan el agreste terreno manabita.
Raúl Zavala se anima a escribir sobre este tema porque se sintió impactado luego de la vista que hizo a este lugar, lo que además le sirvió para reflexionar sobre el futuro del Ecuador.
El asunto es que con semejante espectáculo los asambleístas no tienen opción a fallar, mejor dicho, fallarle al Ecuador entero y no solamente a quienes somos ecuatorianos sino también a cientos de extranjeros que han optado por vivir en este país. Ellos también tienen puestas sus esperanzas en los asambleístas.
Las largas horas de trabajo que les espera a los asambleístas estarán compensadas por lo que sus ojos mirarán y si en algún momento sienten el cansancio de las duras jornadas, no tienen más que salir, mirar lo que la naturaleza les muestra y será la más poderosa fuente de inspiración.
Pero dice Raúl Zavala que si alguien piensa que eso no es suficiente para el buen trabajo de los asambleístas tienen apenas un poco de toda la razón, de seguro requerirán cientos de otros incentivos que pueden ser económicos, sentimentales, culturales, logísticos y demás, pero ellos promocionaron sobre todo su amor por la patria y la patria les entrega un aliciente maravilloso como el lugar en que trabajarán. Más no pueden pedir.
Pasará el tiempo y podrá demostrarse si es que estas palabras tienen justificación de ser escritas, llegará el día en que todos los asambleístas, a ojos de millones de ecuatorianos y extranjeros, decidan hacer un buen trabajo teniendo al cielo como techo, al Océano Pacífico como piso, al cerro de Montecristi como pared y a la brisa marina como el resto del hogar en que soñarán al Ecuador del futuro.
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