En la madrugada del algún fin de semana me sumergí en el espacio donde viven las ojáncanas y de cómo un joven expulsado de su hogar terminó convirtiéndose en su cuidador.
Durante muchos minutos estuve caminando por los párrafos de aquella historia contada por Lidia Castro Navas, en la que puede predecirse el final pero que al llegar el asunto termina en un nuevo camino. La experiencia de Tello nace con las dudas sobre el destino de su hermana y es ella la que de alguna manera lo conduce a su otro futuro; cuenta Lidia que el joven es fuerte pero de apariencia escuálida, conoce el significado del trabajo y le carcomen algunas dudas.
Cuando al fin Neco, quien recibe apoyo de Tello, me presenta a una ojácana, se me vino a la mente el prejuicio que tenemos con los gallinazos o zopilotes, los mitos equivocados que existen sobre ellos; supuse entonces la existencia de otra vida a la que aún es complicado llegar a menos que se crea en la magia, en esa fuerza para hacer "rituales de curación, para sanar a gente enferma; de protección, para defender aquellos que no pueden hacerlo por sí mismos; rituales para equilibrar las fuerzas de la naturaleza, para evitar desastres..."
Podría ser una simple historia sacada de la imaginación, tal vez los nombres fueron cambiados para proteger la identidad real de Tello, Neco, Tanea y Clara, pero lo cierto es que en medio de ese bosque es posible encontrar una cruda realidad que a muchos a causado sufrimiento indescriptible.
Lidia Castro Navas comenta que para su relato escogió a la ojáncana, inspirada por las ilustraciones de Andrea Obregón Mantecón sobre este ser mitológico cántabro. El relato se lo puede leer en su blog, en aquella entrada en que comenta para qué escribió "Tanea, la guardiana del bosque"
Miré el amanecer que filtraba por mi ventana cuando terminé de leer ese relato, acostado sobre mi cama, cerré los ojos y di paso a mi imaginación...
¡Vaya, genial reseña del relato, Zavala! Muy original la forma en que nos la presentas, a medida que avanzabas con la lectura. Muchas gracias por tu tiempo, por leer, comentar y, sobre todo, por compartir. Un abrazo :)
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