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8 de febrero de 2019

El otro lado de Galápagos


Manuel Valencia y Raúl Zavala
Las islas encantadas siempre tendrán un misterio latente por más estudios e investigaciones que se hayan hecho; lo he vivido por segunda ocasión.

En la edición 366 de la revista "La Verdad" fue publicada mi crónica sobre una cobertura periodística de una operación logística hacia Galápagos. El texto busca reflejar que existe otra realidad en esta provincia de Ecuador; a continuación el texto íntegro y al final un vídeo que muestra el decolaje en una de estas islas:

No todo en Galápagos es turismo. Para muchos de quienes vivimos en el continente esta provincia de Ecuador, su estilo de vida es un mundo desconocido. Las islas localizadas a casi 1.230 kilómetros tienen otra lógica para la supervivencia humana.

Como para tener una idea: si fuésemos en auto tendríamos que manejar casi 16 horas seguidas a una velocidad promedio de 80 Km/h.

En términos generales la economía de las islas encantadas depende del turismo y este, a su vez, es un recurso estratégico que tiene al abastecimiento logístico y al sistema de salud pública como una de sus trascendentales debilidades.

Cómo para entender ese escenario es posible plantear algunos escenarios: ¿Cuántos candidatos a la presidencia de la República han tenido a Galápagos como parte de su agenda de recorridos? ¿Con qué frecuencia los informativos difunden noticias políticas sobre esta región? Estimado lector ¿Qué conoce Usted del sistema de administración pública de la región insular?

Este artículo lo escribo luego que en la segunda semana de diciembre del 2018, en una comisión de cobertura asignada por Oromar Televisión, participé en una fase de la operación logística que implementaron la Armada y la Fuerza Aérea del Ecuador; específicamente, junto a mi compañero camarógrafo Manuel Valencia viajamos en un avión militar con la cabina de carga llena de alimentos.

La noticia del 10 de diciembre de 2018 fue: “Ante el daño ocasionado en el buque mercante “Manantial”, encargado del abastecimiento a la población de las Islas Galápagos, las Fuerzas Armadas (FF.AA.) –a través de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) y la Armada Nacional– activó un puente aéreo y marítimo que permite mantener la continuidad en el abastecimiento a la región insular.”

Llevar alimentos a Baltra o San Cristóbal, las islas con mayor población, no es un procedimiento común tal cual se lo hace en las otras provincias y que quizás es parte de un sistema casi invisible.

Pero los controles fitosanitarios continentales son férreos (al menos eso parecen) que lo hacen funcionarios gubernamentales, la inspección anti drogas tiene las mismas características, además de los otros procesos administrativos que deben cumplirse y sin los cuales la carga no desembarcaría.

En esta ocasión fue el avión Casa C-295M de la FAE y su tripulación los que tuvieron la misión de completar dos vuelos trasladando al menos 10 toneladas de alimentos, de esos que vemos comúnmente en las carreteras acomodados en camiones con la diferencia que subirlos a una aeronave requiere de la aplicación de normas internacionalmente obligadas; no cualquiera puede estibar carga en estos casos.

Pues justamente eso fue lo que pude evidenciar al estar inmerso en este puente aéreo, pero además de las circunstancias que implica llegar a los aeropuertos en los que se debió dejar la carga.

Mina para extracción de material pétreo a un 
costado de la pista aérea en San Cristóbal.
El viaje no fue con la comodidad turística pero fue la mejor manera de entender ciertos esfuerzos que no siempre constan en las crónicas de viajes. Aquella jornada empezó a las 08h00 y terminó casi 12 horas después, salvando los tiempos por cambios de uso horario en que se tuvo que almorzar en el traslado entre Baltra y San Cristóbal. Casi el 80 % fue estar en el aire de la ruta Guayaquil – Baltra – San Cristóbal – Guayaquil.

Al aterrizar ya estaban en las correspondientes plataformas, alejadas de la terminal de pasajeros, el equipo de apoyo conformado por militares esperaba para el desembarque de la carga, pero eso sí: con la mirada atenta de funcionarios civiles que no perdían detalle de lo que se hacía en el lugar. Las restricciones llegaron al nivel de ser imposible hasta pedir un baño o ir a comprar una botella de agua.

Y claro, tampoco hacer vídeos para uso periodístico de aquello que no fuera exclusivamente del trabajo de poner los alimentos en los carretones.

Desde otra perspectiva y tomando lo que aseguré en otra crónica de un viaje aéreo es que las ventanillas de un avión debería ser como las de los autor, que permitan bajar el vidrio para observar con mayor plenitud el paisaje de la Tierra; pero al realizar mis apuntes para narrar este viaje pude percatarme de aquello que no siempre aparece en las fotos. ¿Qué hay en los filos de las pistas de aterrizaje en esos aeropuertos de este trascendental destino turístico patrimonial del Ecuador y América?

Entonces, así al final de la misión periodística, fue  posible descubrir que existe el otro lado de Galápagos y que aún falta estudiarlo.



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