Este es el texto de la publicación:
El sombrero de paja toquilla es una prenda de vestir mágica, sirve para el trabajo en el campo o la ciudad, en las grandes ocasiones o usarlo a diario, con la única condición: debe ser original y de fino acabado. Lo he comprobado con aquel que tengo por más de 20 años.
En la literatura sobre este tipo de sombreros se conoce más
del tejido, del proceso de la paja y de quienes los tejen, pero hay un
siguiente universo antes de comercializarlo: el acabado; también otro mundo
cuando ya se es propietario de uno.
Mi viejo sombrero vino de las manos de María Mero y Pablo
Franco, esposos que desde hace 25 años han perfeccionado el arte de venderlos,
que empezaron con unos pocos y que en la actualidad calculan que habría podido
comercializar no menos de 40 mil y que muchos están distribuidos por todo el
mundo.
María y Pablo, mis buenos amigos allá en la centenaria
ciudad de Montecristi, me condujeron por los caminos de entender que esta “joya
artesanal” se convirtió en un símbolo de identidad y de glamour, de un estilo
de vida y crecimiento empresarial.
Fue María quien me enseñó la manera de azocar los sombreros,
de hacer el ribeteado y de la importancia del acabado para que tengan la
textura y buena imagen; Pablo, en cambio, me entrenó en un trabajo al que
siempre lo llame: “Planchar con fuerza para no dañar”, que es la parte final
antes de exhibirlo sensualmente y que atraiga a un comprador.
De entre las tantas historias que durante más de 10 años me
contaron fueron las de los problemas cuando el sombrero se ensucia o por algún
mal trato pierde la forma; la solución es llevar al sombrero hasta el local de
la familia Franco – Mero, para que reciba el mantenimiento del caso y quede
como nuevo.
Quizás para pase inadvertido uno de los servicios
fundamentales que los esposos ofertan cuando venden un sombrero:
recomendaciones para su buen uso, pues la experiencia les demostró que muchos
tenemos malas prácticas al ponernos o sacarnos el sombrero, lo cual provoca
daños irreparables; también la manera de guardarlo o lo que debemos hacer
cuando se nos moja por alguna razón.
El buen y original sombrero de paja toquilla, soporta sol,
vientos y lluvias, que lo he comprobado en los distintos viajes y trajines a los
que lo he llevado. Pero aún falta más en la crónica de estas joyas.
La historia de los artesanos no se ha quedado en páginas de
publicaciones nacionales, pues entre los tesoros que guarda Pablo, está la
revista china en que se publica un reportaje sobre su trabajo y sus productos.
El espíritu empresarial no los dejó estancarse en el simple
comercio, pues los Franco – Mero dieron otro paso fundamental que los llevó a
internacionalizar su negocio con la estrategia “Denominación de Origen” que
cuando Usted, amable lector, compre un sombrero le entregarán el certificado
legal de su sombrero que avala calidad y lugar en que fue comprado. Es un valor
agregado impresionante.
Como acotación: en Ecuador solo cinco productos tienen la
marca Denominación de origen: Sombreros de Montecristi, café de Galápagos,
Cacao Arriba, Maní Transkutukú y la pitahaya de Palora.
Certificado avalado y con datos personalizados que se entrega cuando una persona compra un sombrero de paja toquilla. |
Pues bien, internacionalizar también implica exportar, un
nuevo paso de la gran empresa llamada “MonteEcuador Hats” que dio el gran salto
en el mundo de las finanzas y ahora tiene su propia tienda virtual; también
cuando llega al lugar y luego de probarse algunos sombreros y decide comprarse
uno, puede pagar con tarjeta de crédito o algún otro tipo de transacción
financiera virtual.
Cuando leen estos párrafos podrían imaginar que estoy
haciendo publicidad, pues en una parte sí, pero es que no hay otra manera de
expresar el cómo Pablo y María, con sus hijos, desarrollaron su gran empresa
con características internacionales.
A propósito de sus hijos y publicidad, quien está a cargo de
toda la parte on line es Bryan Franco Mero, su primogénito, que en la misma
tienda tiene su espacio para actualizar tanto la página Web como las distintas
cuentas en redes sociales; además, es apoyo en estos intrincados mundos de la
tecnología aplicados a las ventas de originales sombreros de paja toquilla.
Bryan Franco, encargado de los aspectos on line en la promoción y venta de sombreros de paja toquilla. |
Pero si en este punto consideran que el camino ya es
cuestión de recorrerlo, comentaré que no; porque deben enfrentar un problema,
al igual que otros artesanos de la zona, que es la venta de sobreros “baratos y
de mala calidad” haciéndolos pasar por originales. Esta situación ha sido
evidente cuando en algunos eventos públicos tanto del sector privado como
público, se han obsequiados sombreros como un símbolo y se distingue fácilmente
o que son falsos o de aquellos que se fabrican industrialmente.
Me gustaría cerrar aquí esta crónica, pero me es imposible
debido a que existe un componente histórico - humano que en papeles se perdió.
Se trata de María Elvira López Mero, la primera generación de esta familia de
artesanos y madre de Pablo. Pues, allá por el 2006, fue ella la tejedora
manabita que posó para un sello postal que emitió Correos de Ecuador. Las fotos
y demás papeles que sustentan este recuerdo se han extraviado, pero con Pablo
nos hemos puesto de acuerdo para recuperarlos. Ojalá que pronto tengamos
noticias.
María Elvira López Mero, la foto que fue usada para un sello postal y que ahora es insignia de esta empresa artesanal. |
Puedo ahora hacer un alto de un breve relato sobre esta joya
de Ecuador y lo hago con el orgullo que tengo al ser poseedor por más de 20
años de uno de esos más de 40 mil sombreros de paja toquilla originales en que
los Franco – Mero pusieron sus esfuerzos.
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