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17 de agosto de 2019

Una lujosa joya artesanal para lucirla siempre

En la edición impresa No. 372 correspondiente a julio de 2019, La Verdad publicó mi crónica sobre lo que ocurre con los sombreros de paja toquilla de Montecristi, luego que termina el tejido; además, tiene datos de cómo hacer para que esta prenda tenga una larga vida.



Este es el texto de la publicación:

El sombrero de paja toquilla es una prenda de vestir mágica, sirve para el trabajo en el campo o la ciudad, en las grandes ocasiones o usarlo a diario, con la única condición: debe ser original y de fino acabado. Lo he comprobado con aquel que tengo por más de 20 años.

En la literatura sobre este tipo de sombreros se conoce más del tejido, del proceso de la paja y de quienes los tejen, pero hay un siguiente universo antes de comercializarlo: el acabado; también otro mundo cuando ya se es propietario de uno.

Mi viejo sombrero vino de las manos de María Mero y Pablo Franco, esposos que desde hace 25 años han perfeccionado el arte de venderlos, que empezaron con unos pocos y que en la actualidad calculan que habría podido comercializar no menos de 40 mil y que muchos están distribuidos por todo el mundo.

María y Pablo, mis buenos amigos allá en la centenaria ciudad de Montecristi, me condujeron por los caminos de entender que esta “joya artesanal” se convirtió en un símbolo de identidad y de glamour, de un estilo de vida y crecimiento empresarial.

Fue María quien me enseñó la manera de azocar los sombreros, de hacer el ribeteado y de la importancia del acabado para que tengan la textura y buena imagen; Pablo, en cambio, me entrenó en un trabajo al que siempre lo llame: “Planchar con fuerza para no dañar”, que es la parte final antes de exhibirlo sensualmente y que atraiga a un comprador.

De entre las tantas historias que durante más de 10 años me contaron fueron las de los problemas cuando el sombrero se ensucia o por algún mal trato pierde la forma; la solución es llevar al sombrero hasta el local de la familia Franco – Mero, para que reciba el mantenimiento del caso y quede como nuevo.

Quizás para pase inadvertido uno de los servicios fundamentales que los esposos ofertan cuando venden un sombrero: recomendaciones para su buen uso, pues la experiencia les demostró que muchos tenemos malas prácticas al ponernos o sacarnos el sombrero, lo cual provoca daños irreparables; también la manera de guardarlo o lo que debemos hacer cuando se nos moja por alguna razón.

El buen y original sombrero de paja toquilla, soporta sol, vientos y lluvias, que lo he comprobado en los distintos viajes y trajines a los que lo he llevado. Pero aún falta más en la crónica de estas joyas.

La historia de los artesanos no se ha quedado en páginas de publicaciones nacionales, pues entre los tesoros que guarda Pablo, está la revista china en que se publica un reportaje sobre su trabajo y sus productos.

El espíritu empresarial no los dejó estancarse en el simple comercio, pues los Franco – Mero dieron otro paso fundamental que los llevó a internacionalizar su negocio con la estrategia “Denominación de Origen” que cuando Usted, amable lector, compre un sombrero le entregarán el certificado legal de su sombrero que avala calidad y lugar en que fue comprado. Es un valor agregado impresionante.

Como acotación: en Ecuador solo cinco productos tienen la marca Denominación de origen: Sombreros de Montecristi, café de Galápagos, Cacao Arriba, Maní Transkutukú y la pitahaya de Palora.

Certificado avalado y con datos personalizados que se entrega cuando una persona compra un sombrero de paja toquilla.
Pues bien, internacionalizar también implica exportar, un nuevo paso de la gran empresa llamada “MonteEcuador Hats” que dio el gran salto en el mundo de las finanzas y ahora tiene su propia tienda virtual; también cuando llega al lugar y luego de probarse algunos sombreros y decide comprarse uno, puede pagar con tarjeta de crédito o algún otro tipo de transacción financiera virtual.

Cuando leen estos párrafos podrían imaginar que estoy haciendo publicidad, pues en una parte sí, pero es que no hay otra manera de expresar el cómo Pablo y María, con sus hijos, desarrollaron su gran empresa con características internacionales.

A propósito de sus hijos y publicidad, quien está a cargo de toda la parte on line es Bryan Franco Mero, su primogénito, que en la misma tienda tiene su espacio para actualizar tanto la página Web como las distintas cuentas en redes sociales; además, es apoyo en estos intrincados mundos de la tecnología aplicados a las ventas de originales sombreros de paja toquilla.
Bryan Franco, encargado de los aspectos on line en la promoción y venta de sombreros de paja toquilla.
Pero si en este punto consideran que el camino ya es cuestión de recorrerlo, comentaré que no; porque deben enfrentar un problema, al igual que otros artesanos de la zona, que es la venta de sobreros “baratos y de mala calidad” haciéndolos pasar por originales. Esta situación ha sido evidente cuando en algunos eventos públicos tanto del sector privado como público, se han obsequiados sombreros como un símbolo y se distingue fácilmente o que son falsos o de aquellos que se fabrican industrialmente.

Me gustaría cerrar aquí esta crónica, pero me es imposible debido a que existe un componente histórico - humano que en papeles se perdió. Se trata de María Elvira López Mero, la primera generación de esta familia de artesanos y madre de Pablo. Pues, allá por el 2006, fue ella la tejedora manabita que posó para un sello postal que emitió Correos de Ecuador. Las fotos y demás papeles que sustentan este recuerdo se han extraviado, pero con Pablo nos hemos puesto de acuerdo para recuperarlos. Ojalá que pronto tengamos noticias.
María Elvira López Mero, la foto que fue usada para un sello postal y que ahora es insignia de esta empresa artesanal.

Puedo ahora hacer un alto de un breve relato sobre esta joya de Ecuador y lo hago con el orgullo que tengo al ser poseedor por más de 20 años de uno de esos más de 40 mil sombreros de paja toquilla originales en que los Franco – Mero pusieron sus esfuerzos.

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