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16 de junio de 2022

Necropolítica en el inframundo ecuatoriano

Publicado originalmente en 
La Verdad Edición 407 
Junio del 2022

Este artículo debía empezar de alguna otra manera para intentar explicar un mundo enigmático y al mismo tiempo bastante claro; allá donde viven miles de seres humanos aislados y conectados, unos olvidados, otros que brillan con luz propia. Del lugar que tiene muchos lugares en distintos puntos geográficos; es una posible explicación social de la física cuántica. 


No, este artículo no es de ciencia ficción. Es sobre lo que se vive en el sistema penitenciario de Ecuador, aquel que tiene el nombre oficial de “Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores” comúnmente conocido como SNAI.

Al uno y al otro lado de los altos muros existen personas que entretejen una red para sobrevivir a un sistema gobernado en paralelo por las leyes y las mafias, en una comunión entre lo primitivo con lo tecnológico, con hilos que juntan las ilusiones con lo despiadado.

Desde afuera vemos los muertos, las cifras, las noticias, los escándalos… adentro rige la necropolítica: alguien decide quien vive y quien muere, también en donde. Sabemos que son más de 400 las personas que han sido asesinadas tras los muros de las cárceles desde el 2020 y no solamente en las masacres, pero no sabemos cuántas fueron ejecutadas en las calles por estar asociadas a los secretos penitenciarios.

Pero si pensamos que esos grupos ilegales están formados únicamente por actores que están fuera de la ley, la realidad es que a ellos también están asociados algunos funcionarios que se mueven libremente. 

Uno de los recientes casos es el ocurrido el 20 de mayo del 2022, cuando Carlos Jaramillo, en ese tiempo Director de la Cárcel 4 en Quito, intentó ingresar celulares, accesorios, cigarrillos y sierras, camuflados en una caneca de pintura con doble fondo. Es lo que se descubre y se hace público o por filtraciones o por esqueléticos comunicados.

"En el inframundo penitenciario el día a día es conseguir 
cualquier cosa que sirva para soportar la extrema crueldad"

Este inframundo tiene una explicación oficial: “Las cárceles en donde han ocurrido los hechos violentos de esta crisis carcelaria, están siendo dominadas por grupos del crimen organizado –incluso vinculados con bandas internacionales. Lo anterior, habría derivado en que los centros se rijan en la práctica por sistemas de “autogobierno”, lo que implica que el control intramuros sea ejercido por parte de las propias personas detenidas. En este contexto, los líderes de estos grupos cobran precios ilegítimos y abusivos a los otros internos por sus celdas y camas, así como para el acceso a servicios. Incluso, las llaves de ingreso a pabellones están en posesión tanto de las autoridades como las personas privadas de libertad.”

El párrafo anterior, es parte de las conclusiones del informe aprobado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, bajo el título: “Personas privadas de libertad en Ecuador 2022”. Allí también se hacen recomendaciones sobre lo que debería ser la actuación del Estado, especialmente del Gobierno, pues es su responsabilidad constitucional. 

Y claro, los costos políticos de las crisis carcelarias necesitan explicaciones y entre ellas lo mejor es buscar culpables. En medio del complejo enfrentamiento ocurrido entre presos en Guayaquil y el intento gubernamental para controlarlo en octubre del 2021, las versiones oficiales apuntaban a que ese derramamiento de sangre está relacionado con una guerra entre bandas de narcotraficantes mexicanas. Se ofrecieron “acciones de limpieza”.

Pero esa sentencia policial de la entonces Comandante Tanya Varela, tuvo que enfrentar con los sistemas de supervivencia implementados por los propios presos ante las limitaciones por alimentos, salud, abandono familiar y judicial, pero también para gestionar recursos que les permita mantener activos sus sistemas mafiosos de autoprotección. 

Se repitió el discurso luego de la masacre con que inicio este 2022, la del Turi en Cuenca, en la que 20 reclusos fueron asesinados, también cuando similar situación vivieron al menos 44 en la prisión de Santo Domingo de los Tsáchilas, que no podríamos aventurarnos a decir que es la última. El ministro del Interior Patricio Carrillo, un expolicía, sostuvo que ambos episodios tienen detrás a las mismas bandas rivales, la llamada "Los Lobos" que atacaron a un grupo disidente que se hace llamar "R7".

Y esa realidad tiene un contrapeso: los recursos para sostener el sistema penitenciario. Según los datos del Ministerio de Finanzas, el 2021 tuvo un presupuesto codificado de 108,3 millones de dólares para el SNAI y que para el 2022 la entidad recibirá aproximadamente USD 124,4 millones; recursos que será administrados, hasta ahora, por Pablo Ramírez, un policía en servicio activo. Podría ponerse escena los argumentos de la economía política del castigo.

"A veces faltan alimentos, agua, espacios para recibir 
visitas familiares y para realizar actividades deportivas"

Ese rubro tiene al otro de la balanza unos 38 mil reos en 36 centros de detención, pero apenas con una capacidad aproximada de 30.200; los datos aún no son exactos, pues está en proceso el censo penitenciario que lo ejecutan SNAI e INEC, además del movimiento que ocurre por las excarcelaciones producto de los indultos, el cumplimiento de penas, los nuevos sentenciados y los que ingresan a la espera de ser juzgados. 

Pero el Gobierno tiene su “Plan Rescate Ecuador” de final impredecible y que incluye al sistema penitenciario. “No daremos el brazo a torcer ante las mafias. Nuestro compromiso por recuperar el orden en las cárceles es firme” aseveró el presidente Guillermo Lasso, al referirse a los grupos ilegales y sin considerar que bien podrían existir otros que operan en el marco de las leyes.

Sin embargo, no importa cuando se lea: “Las prisiones de América Latina y el Caribe no sólo hacinan presos en poco espacio, también aglutinan entre sus paredes un microcosmos de todos los desafíos que padece la región. Las cárceles de la región están repletas de presos sin sentencia. No hay divisiones apropiadas entre delincuentes de diferentes niveles de peligrosidad. Muchas están controladas por grupos criminales. A veces faltan alimentos, agua, espacios para recibir visitas familiares y para realizar actividades deportivas. Nuestras prisiones sufren, en general, la escasez de recursos presupuestarios.” 

El párrafo anterior es parte de un análisis publicado en el 2018 bajo el título ¿Quién está viviendo en nuestras cárceles? y alojado en el sitio de blogs Sin Miedos del BID; allí también está información sobre la perspectiva integral de los retos y oportunidades del sistema penitenciario en América Latina y el Caribe. Pero esa es una narrativa del “debería ser…” pero en contraste debería tener aquellas historias del “Está ocurriendo…”

En el inframundo penitenciario ecuatoriano el día a día de hombres y mujeres, adolescentes, adultos y ancianos, es conseguir cualquier cosa que sirva para soportar cada hora de extrema crueldad, venga de donde venga y por las razones que sea, legal o ilegal; una realidad que no es únicamente de los presos, también del personal operativo y administrativo, porque la carga burocrática es inmensa.

Para tener una perspectiva de este escenario, de acuerdo con un informe correspondiente al año 2021 y presentado por Pablo Ramírez, director general del SNAI, existe el programa “Administración Central” que significa solventar las necesidades institucionales para el pago de servicios básicos, pasajes al interior y exterior, viáticos al interior, mantenimientos de vehículos maquinaria y equipos, compra de materiales de oficina, vestuario, materiales de aseo, combustibles y lubricantes, además del pago de remuneraciones del personal administrativo en cada uno de los centros carcelarios en todo el país. En general, la cifra bordea al final del 2021 de una ejecución presupuestaria de 99’644,371.91 dólares. 

Ahora pensemos que tres dólares diarios se destinan para alimentar a cada recluso en Ecuador, que la imaginación sea la que permita deducir lo que implicaría la calidad y cantidad de comida que se distribuye a los presos. ¿Qué pasa con la salud física y mental? Otro gran misterio que invade el entorno de la rehabilitación social.

“Sin embargo, una mirada a las condiciones de vida en prisión proyecta más pistas. En efecto, existen cárceles en las que no hay agua potable, la atención médica es casi inexistente, la alimentación es escasa y de tan mala calidad que es grave fuente de enfermedades (se invierte menos de un dólar diario en cada una de las comidas de los presos), no existen psicólogos ni psiquiatras (hay 95 psicólogos y 5 psiquiatras para atender a los casi 40.000 presos), entre muchas otras carencias.” Carla Álvarez Velasco en su artículo ‘Las cárceles de la muerte en Ecuador’.

Y de cada una de estas escenas, en cada una de las cárceles del Ecuador, se podrían extraer miles de historias para alimentar las razones para la existencia, prevalencia y supremacía de las mafias, las que mueven un sistema económico complejo de descifrarlo, pero que se relaciona muy estrechamente con la pirámide de Maslow; es decir, con la jerarquización de las necesidades, ordenadas con base en el bienestar de cada preso y su familia, de los funcionarios y del sistema judicial.

Este artículo debía terminar de alguna otra manera luego de explicar muy brevemente el enigmático mundo de las cárceles ecuatorianas, donde viven miles de seres humanos en primitivas y mafiosas sociedades, pero no existe manera de escribir un final sin que parezca extraído de las narraciones del libro Los Malditos del periodista Jesús Lemus: "Nosotros los enterramos. Nosotros llegamos como sociedad hasta donde comienza la historia de ellos en la cárcel. Estamos creando centros de exterminio.”

El autor es conocido por ser el ‘corresponsal del infierno’ porque relató lo que vivió en la cárcel mexicana Puente Grande durante tres años junto con capos, secuestradores, violadores, narcos, caníbales y asesinos, hasta que pudo demostrar su inocencia.   

Autor: Raúl A. Zavala Mosquera - Periodista Profesional





Comentario en mi otro blog: La delincuencia común gobierna las calles




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