Sostiene Raúl Zavala que entender la relación del poder, la política y la violencia no es tan complicado como pareciera, simplemente basta conocer diez premisas sustanciales en cuanto a los seres humanos y las sociedades que ellos forman. Esta relación se ha hecho muy evidente en las actuales formas de gobierno que acometen a Bolivia, Venezuela y Ecuador, razón por la cual ha obligado a Raúl Zavala a ponerlas de manifiesto.
La primera es que el mal en la política no puede ser fácilmente ubicado, pues de una u otra manera todos estamos contagiados de él y en consecuencia sería posible pensar que el bien político es un ideal inasequible.
Existe un autoengaño, como segundo punto de la política, en pensar que se puede preservar fácilmente la pureza moral en la actividad privada que en la pública.
Un tercer aspecto está relacionado con el pensar que el realismo político busca, de una u otra manera, suprimir toda problemática moral en el ámbito de la política, intento que es inconsecuente por limitado, imposible e irrealista.
Como cuarto aspecto y en referencia al Estado puramente idealista, Raúl Zavala sostiene que ello no puede darse en vista que los buenos y malos no están nunca perfectamente separados en ese Estado o Nación y por tanto quien quiera consolidar un gobierno a partir de ello, sería menester calificarlo de ingenuo y estúpido, tomando en cuenta que la ingenuidad y la estupidez pueden ser puestas al servicio de la conveniencia del gobernante.
Y si se trata de los buenos y los malos en el quehacer político, como sustento de un gobierno idealista que se instala más allá del bien y el mal, además que considera que ha llegado a la paz con la eliminación de todo posible conflicto moral, simplemente estaría conduciendo a sus gobernados hacia un final trágico y no dramático; lo anterior como un quinto punto.
Sexto punto, es el entender, desde lo público y privado, a los derechos humanos, si estos son de exclusiva propiedad de los seres humanos es posible deducir que los derechos humanos son de propiedad privada y por lo tanto en un Estado socialista no caben estos derechos.
Ahora bien en séptimo lugar, en una sociedad primitiva no existe ni tan siquiera la distinción objetiva y real entre la moral, lo social y lo jurídico, pues sus confortantes, en la de la sociedad primitiva, tienen todo confundido por costumbres y prácticas pseudos jurídicos apenas escritos y vigentes.
Ahora bien en séptimo lugar, en una sociedad primitiva no existe ni tan siquiera la distinción objetiva y real entre la moral, lo social y lo jurídico, pues sus confortantes, en la de la sociedad primitiva, tienen todo confundido por costumbres y prácticas pseudos jurídicos apenas escritos y vigentes.
Quienes han crecido bajo el amparo de la escolástica y el academicismo, sin conocer lo real de la una sociedad elementalmente productiva y desconfiada de la política, con altas ideas estoicas construidas en la pura teoría abstracta, utópica, minoritaria y absolutamente impotente, establecen duros e innecesarios condicionamientos socio-económicos a la sociedad en general. Octavo punto que argumenta Raúl Zavala.
Uso y ataque a los medios de comunicación (léase prensa y periodistas) es parte de un encuentro personal para importantes movilizaciones y así adquirir poder social al servicio de la causa ideológica; sin embargo esos medios de comunicación no son más que eso “medios” y que generalmente se convierten en los primeros actores políticos tomando en cuenta sus espacios dedicados a esta materia. Acotación final de este punto nueve: La verdad es que hoy puede entenderse como democracia a un sistema de comunicaciones cuya descripción puede ser fácilmente simbolizada en términos de cibernética más que en términos de derecho.
Y finalmente el décimo: poder político y violencia, pues existe una engañosa ilusión de la probable vida política en un sentido pacífica o de no-violencia; sin embargo la violencia se halla en el origen mismo del poder, en la lucha por conseguirlo y mantenerlo y desde allí nace todo sistema de gobierno ideológico y académico. Ampliando el tema, los actuales conceptos de gobierno ya no usan la violencia primaria, elemental o desnuda y lo que usan es una violencia que no se reconoce como tal porque está institucionalizada y auto justificada por la Ley y en consecuencia en un socialismo o revolución no es posible distinguir entre la violencia y la pureza, sino solamente entre distintos tipos de violencia.
En conclusión, sostiene Raúl Zavala que esta moda académica e ingenua de revolución ciudadana no deja de ser un conflicto moral en una sociedad primitiva que, en uso del Poder Político tomado a la fuerza de un ideal utópico llamado Socialismo del Siglo Veintiuno que al final del día no es más que una simple forma de neo violencia, nos está conllevando a una involución social.
Me parece muy interesante y digno de hacer circular a mas gente.
ResponderEliminarEstefanía
Excelente Articulo, se acerca mucho a la realidad de Venezuela y otros paises ue adoptaron este nuevo "sistema"
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