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6 de marzo de 2020

Luego del Covid 19 ¿qué haremos los periodistas?

Los periodistas y los medios de comunicación estamos en medio del gran problema que representa la emergencia sanitaria ante los estragos del Covid 19, en esto tenemos que afrontar algunas dudas: cobertura, preparación de notas, pero también los necesarios cuestionamientos institucionales y sociales.

La mayoría de periodistas en Ecuador somos de tipo generalistas, no tenemos una especialidad, a eso se suma que los espacios en los medios debemos completarlo con distintas notas de temas políticos, sociales y de violencia o tragedias.
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Esta entrada nace con el tuit de Henry Raad: Él virus noticioso para cubrir los efectos del Coronavirus es más grave que el virus mismo. Esta acusación válida, me puso en alerta ante el desconocimiento del tratamiento de la información en los siguientes días, cuando el problema persista y el flujo informativo baje a nivel de apenas pocas líneas.

Considero que el siguiente paso que debemos dar los periodistas es despejar cualquier duda o nivel de incertidumbre médica que tengamos al respecto, en esto el investigador médico Esteban Ortiz, claramente lo define y lo sustenta:
Este escenario en el que vivimos también se replica en otros países y es lo que asegura Juan Pablo Ramírez en su artículo Periodismo, mascarillas y coronavirus: "La función del periodismo no puede ser vender miedo, carece de sentido que un periodista en España aparezca en el informativo con una mascarilla hablando de coronavirus."

Y entra en escena el debate: ¿los periodistas publicamos lo que el público quiere o publicamos lo que creemos debería saber? Hasta ahora no existe un acuerdo y cada medio orienta las respuestas conforme su línea editorial y modelo de negocios. Los aspectos deontológicos merecen, por metodología, un análisis aparte.

La crítica de Dante Augusto Palma al trabajo comunicacional evidencia una riesgosa política: lejos de brindar información u operar como servicio, en el tratamiento de la epidemia el periodismo demuestra que, en su afán por mantener la atención y generar clicks, lo único que busca es generar zozobra y sostenerla en el tiempo.

Pero hay otra arista que de manera drástica la expone: "...de la mano de la cuantificación y la lógica del minuto a minuto, la epidemia permite el estado de primicia constante tan deseado por el periodista."

Estas dos citas y otras preocupantes aseveraciones, se encuentran en el artículo "Coronavirus: una radiografía del periodismo", en el que además Dante Augusto nos hace una advertencia: "... la atención de la prensa irá disminuyendo aun cuando los casos crezcan por la sencilla razón de que en algún momento la audiencia preferirá consumir otra cosa."

En este punto es indispensable que encontremos el llamado justo equilibrio y lo que partir de lo mencionado por Ramírez: El miedo vende pero no ofrece beneficios a largo plazo.
Un segundo escenario ofrece Laura Helmuth al describir lo que ocurre en estos casos emergentes: Los periodistas que cubren este tema aprenden a evaluar la evidencia, descifrar la jerga y las estadísticas, encontrar expertos confiables y humanizar historias intimidantes. 

Tenemos entonces otra advertencia: "Evita desmentir una teoría sin sustento científico si aún no ha recibido mucha atención. La repetición hace que la información errónea se sienta más cierta." Esta y otras recomendaciones se encuentra en Consejos para periodistas: Cómo cubrir la epidemia de coronavirus de manera efectiva sin propagar información errónea

Pero hay otro problema que enfrentamos en este trabajo de recolectar información, procesarla y exponerla ante nuestro público: el aparato estatal propagandístico. Esta otra amenaza se evidencia cuando cuestionamos a la "fuente oficial" y un claro ejemplo está en la cuenta Twitter de Estefanía Dotti:
Esta observación viene a propósito de lo expuesto en el portal  periodistadigital.com en el que se asegura "El aparato de medios estatal comenzó a llamarlos como «los ocho chismosos” para denigrarlo tanto a él como a sus amigos profesionales. Una semana después, mientras atendía a una mujer con un glaucoma, se contagió el virus del que no tenía permitido hablar. El jueves 6 de febrero murió." Se trata de la historia de Li Wenliang primer médico en alertar el peligro que implicaba el coronavirus ahora llamado COVID-19.

En la nota se explica lo que hizo el Gobierno de China y que pudo evitar la actual crisis. Este relato tiene como nombre: Coronavirus: El laboratorio de ‘fakes news’ chino que impidió evitar la propagación del Covid-19.

De regreso a lo que ocurre en Ecuador. Existen antecedentes de la Ministra de Salud en que al asumir esta crisis, lo hace con problemas de credibilidad en vista de las constantes criticas al sistema sanitario y los problemas con los distintos hospitales; además de la manera en que comunicacionalmente se manejo el problema con el ciudadano chino sospechoso de ser portador de coronavirus.

No dejo de lado las acciones que son parte del cerco epidemeológico existente y que se ejecutan a partir de la conformación del primer caso en el país, 61 días luego de que la OMS emitió la alerta.

De una u otra forma el Gobierno, en su intento de contrarrestar la alteración social y el flujo de noticias falsas así como los impactos de las "fakenews" (no son sinónimo) induce en sus comunicados a que la población tenga una sola fuente informativa, tal como es posible observar en lo escrito encerrado en rojo:
Por tanto ¿lo publicado por el periodismo debe ser una réplica de la dicho por lo el Gobierno? En ese caso estaríamos convirtiéndonos en una "caja de resonancia" sin opción a una mínima verificación o contraste oportuno. Y claro: para qué los ciudadanos van a querer ver, leer o escuchar lo que los periodistas publiquemos, si es que ya les llegó la información a través de la inmensa maquinaria informativa.

Entonces esta batería de piezas informativas que dispara el Gobierno, las abundantes "noticias" que publicamos los periodistas, las permanentes alertas en las redes sociales virtuales, nos puede conducir a otro problema comunicacional: infoxicación por coronavirus.

El periodista Christian Trigoso luego de recabar información numérica, explica las millones y millones de informaciones que están circulando tanto on line como off line, lo que puede llevarnos a esta nueva "enfermedad" que es la infoxicación: neologismo que describe en español la sobrecarga de información a la que está sometida una persona y que le es difícil de procesar. Revisemos la entrevista en Bolivisión:


Hasta aquí un breve recorrido por otra noticia en desarrollo que dura ya más de siete días y que al parecer tendrá mucha más vida. Por tanto la pregunta periodística es ¿Y luego del Covid 19, que haremos?

1.- No dejar de dar seguimiento a las notas publicadas, para disponer de información que permita mostrar problemas colaterales y, tal vez, alguna consecuencia que se intente ocultar;

2.- Trabajar en notas de reportería, reportaje y de investigación (ensayos periodísticos) sobre los problemas del sistema de salud pública;

3.- Buscar los problemas que fueron relegados con la llegada del Covid 19 y actualizarlos. Aunque hay una movilización estatal en función de esta emergencia, no significa que el Gobierno dejó de trabajar en los temas previos;

4.- Recopilar las inconsistencias en comunicados oficiales y las ruedas de prensa de los funcionarios para verificarlas o descartarlas. Evidenciar los errores es aportar a la credibilidad ciudadana.

5.- Preparar información para evitar que los funcionarios se mantengan y sostengan el Estado de propaganda o el Estado de alerta.

6.- En vista que Ecuador entrará en una campaña electoral presidencial y legislativa, estructurar preguntas para demostrar que los candidatos no están ofertando acciones desde lo demagógico y lo populista.

7.- Tener presente que "todo lo que diga un funcionario es falso hasta que no demuestre lo contrario."

Los temas empresariales en los medios de comunicación privados, seguramente pueden entrar en análisis similares, pero en mi caso es otro mundo que bien podría escribirse en otro artículo.

Finalmente: es indispensable sentarnos a meditar sobre lo que ocurre con el periodismo y esta alerta, es casi seguro que no será última.

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