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14 de noviembre de 2015

Cuando el pasado llamado “Calamidad” me llevó al piedrero

Desde hace un año llevo un lento proceso de recuperación de mi tobillo en que el miedo fue uno de mis mayores limitantes, hasta que un recuerdo ajeno por unas fotos me llevó hasta al el mejor de los sitios que frecuento desde mi infancia. La sensación de ese miedo desapareció.

A consecuencia de un accidente deportivo, de tres meses de recuperación y algunos más de rehabilitación, supe que mi tobillo no quedaría igual a pesar de las previsiones realizadas por la fisioterapista. El miedo de caminar por lugares “peligrosos” me mantuvo en una rutina de mirar cada lugar en que pondría mi pie y si miraba riesgo, simplemente buscaba otro camino.

Vista de norte a sur de Puerto Cayo, al sur de Manabí. Al fondo
el acantilado del piedrero.
Ocurrió que durante un feriado tuiteaba desde aquella playa que me vio crecer y a la que miro constantemente, subí fotos de la arena y la manera en que las olas abrazaban por instantes, constante, a la arena; tal como es habitual, en esa red social, alguien comentó una de mis fotos con un simple pero contundente: “… en esa playa pasé todas las vacaciones de mi juventud.”

Una respuesta de esa magnitud necesitaba, quise, responder y así lo hice. Las normales preguntas de cómo, cuándo y cómo así; la tuit conversación avanzó por los senderos normales que usan dos tuiteros que se siguen mutuamente y que, quizás, antes de ese día, nunca interactuaron.

Así me pasó con @Quitenamona, no recuerdo que antes de ese día haya interactuado con ella, es parte de mi TL y sí la tenía presente, la leía por sus interesantes y reflexivos aportes, a veces de la vida cotidiana y otras del mundo en que vivimos; estaba allí, entre mis lecturas pero nada más.

“Calamidad”, como se hace llamar, me comentó algo de su pasado en esa playa y, me aseguró en aquella conversación, que le gustaba ir a un sitio en que había muchas piedras; sin pensarlo dos veces le dije el nombre del sitio: el piedrero, frente al islote Pedernales, en Puerto Cayo, al sur de Manabí (Ecuador).

Vista general del piedrero, al fondo a la derecha el islote Perdernales.
El piedrero, nombre popular que se le ha dado a ese sitio, está al pie de los acantilados que forman parte de la extensa franja costera en esa parte de la provincia y al que es posible acceder con tranquilidad cuando baja la marea. Deja mirar un espectacular y solitario escenario.

En un misterioso acto transformador y sin pensar en consecuencias, me comprometí con “Calamidad” a ir al día siguiente al piedrero para hacer unas fotos y mostrarle como estaba dicho lugar, considerando que me había comentado que desde hace mucho no había regresado a ese lugar de su adolescencia.

Fui, caminé al menos un kilómetro con tranquilidad por la playa, la marea ya había bajado, y las grandes plataformas de piedras sobresalían en el constante ir venir de las olas, la otra parte se dejaba caminar; el miedo en mi revivió, decidí hacer de lejos las fotos prometidas… sentí que no había razón para más.

Con cada foto me fui adentrando en ese mundo de piedras que hasta hace pocas horas había estado bajo el mar, verdosas, resbaladizas y semi secas.

Piedras verdosas y resbaladizas que complementan tan
maravilloso espectáculo.
Con cada foto mis pies buscaban seguridad para encontrar mejores tomas. La sensación de aventura me invadió, de aquella de mi juventud, de esa que mi hizo llegar por primera vez a ese lugar hace más de cuatro décadas. A cada paso con los acantilados a mis espaldas, frente a mí el mar y a mi alrededor solo el bramido de las olas al chocar contra las rocas. Fue el otro mundo al que regresé.

Mis pies tanteaban las piedras antes de asentase, mi tobillo reaccionaba con seguridad pero el miedo está allí y listo para ser vencido, le di la oportunidad y fue ocurriendo con cada nuevo espectáculo que miraba y quería fotografiar.

Durante casi 30 minutos estuve en este lugar, disfrutando de la batalla que había ganado, mientras captaba algunas fotos. Me sentí seguro sobre mi tobillo y pero no percibí ningún dolor.

Esta sensación de alivio me permitió no solo observar los detalles del mar, de las piedras, de las olas del infinito horizonte marino, sino también lo majestuoso de un acantilado que se le notaba sensible y fuerte; por causalidad unas aves volaban frente a esas paredes… se deslizaban en miedo del viento.

Casi no se ve el gallinazo flotando, pero allí está.
Siempre será maravilloso ver el vuelo lento de un gallinazo y estaba allí, viajando sin mover sus extendidas alas y dejándose llevar por alguna brisa. Vino una foto sin mucha esperanza de lograr captar de cerca ese contraste entre piedra, plumas y viento.

Regresé sobre mis pasos, caminando sobre la arena, con seguridad y sin esa esa sensación de titubeo que mucho tiempo estuvo acompañando mis andanzas y despertares.

En este caminar de regreso a mi casa, en esos 20 minutos de tranco fuerte y decidido sobre la arena, recordé las razones por las fui para allá y de Calamidad Morales que sin saber nada había aceptado mi oferta de pasarle unas fotos.

Frente a mi computador y con mi cuenta activa inicié el proceso de subir las fotos ofrecidas a @Quitenamona, una a una con una mención, pero al escribir no estaba poniendo simples palabras, puse en cada letra y cada adjunto mi retribución por, sin haberlo planificado, haberme llevado hacia una batalla que estaba pendiente. Fue la persona indicada, en el lugar indicado y con los recuerdos indicados.

Crédulo de los mágicos acontecimientos de este mundo, hoy doy pasos físicos que me dan señales que pronto mi tobillo pueda estar totalmente curado. No por el piedredro, no por la caminata, sino por haber aceptado las palabras de una actual desconocida que quizás en el pasado nos conocimos en aquel lugar. Un misterio que no pienso desentrañarlo ni cuestionarlo.

Con la última foto que le pasé para hacerle recordar una parte de su pasado, simplemente me dijo: “…mil gracias de verdad.” Pero soy yo quien está agradecido por el presente y futuro que medio @Quitenamona. 

4 de mayo de 2015

El Portoviejo electoral: un año después

Desde hace algunos años he publicado sobre la situación electoral en el cantón Portoviejo, provincia de Manabí, tanto como planteamiento de un escenario para julio de 2011: El peso electoral en Portoviejo, o en enero del 2014: ¿Cuántos votos deciden el futuro de Portoviejo? y en esta ocasión es una visión luego de transcurrido un año que los procesos electorales decidieron por la actual administración municipal.

Previa a las elecciones, así mismo, publiqué dos post sobre los candidatos que se postularon para alcanzar la Alcaldía uno bajo el título: Frases electorales para conseguir votos en Portoviejo, y el otro: ¿A quién contrataría para alcalde de Portoviejo?

Para este análisis se usaron las bases de las matemáticas electorales tomando como fuente los datos que entregó el CNE en su página oficial, en el link referente a Portoviejo y exclusivamente en lo referente a “Alcaldes municipales”.

En términos generales se presentaron 9 candidatos y el padrón registró un total de 223.249 electores tanto urbanos y rurales; los resultados de las votaciones fueron:



Al leer matemáticamente sin registrar decimales, del cuadro es posible deducir que:

1.- Los votos válidos que fueron considerados para elegir Alcalde corresponde al 72% del total de electores que constaron en el padrón.

2.- Los 28.446 votos registrados como blancos y nulos no aportaron para la elección de Alcalde; representan el 13% del total del padrón.

3.- El ausentismo representa el 15% del total del padrón electoral.

Ahora bien, la distribución de los 161.290 votos válidos para la elección del Alcalde de Portoviejo, fue de la siguiente manera:

Nombre del candidato
Votos
Porcentaje
IGNACIO 
NAVIA
1.261
0,78
VERÓNICA MENDOZA
20.923
12,97
MERY 
ZAMORA
8.945
5,55
VENANCIO
LARREA
7.229
4,48
CELESTE VILLARROEL
645
0,4
LUIS 
CANO
2.086
1,29
AGUSTÍN CASANOVA
65.051
40,33
FÉLIX ALCÍVAR
53.367
33,09
WALTER CEVALLOS
1.783
1,11

De acuerdo con estas cifras, el Consejo Nacional Electoral proclamó al candidato Agustín Casanova como Alcalde electo del cantón Portoviejo para el período 2014 – 2019; sin embargo, estas mismas cifras con otras lecturas matemáticas nos indican lo siguiente:

1.- El candidato ganador obtuvo 65.051 votos que le representan 40,33% de los votos válidos que al mismo tiempo son el 29.14% de padrón y el 34% del total de votos depositados en las urnas (votos válidos, blancos y nulos).

2.- Fueron 124.685 electores que no votaron por el candidato ganador, que representan el 65,71% del total de votos válidos más los nulos y los blancos; a su vez son el 55,85% del total del padrón.

Gráficamente así se puede apreciar la votación comparativa entre el ganador y el resto de segmentos de electores que asistieron a las urnas el 23 de febrero del 2014:


En conclusión es posible determinar que las matemáticas electorales nos permiten dar otro tipo de lecturas a lo que legalmente está establecido como que la mayoría del 50% + 1 y que es suficiente para ser electo; además que existe un segmento de votantes a los que no se les considera su opinión como son los blancos y nulos.

Un análisis que está pendiente es de los pesos específicos de votos comparados entre las parroquias rurales y urbanas.

14 de abril de 2015

¿Cómo entender la corrupción para el caso Ecuador?


Entender la corrupción
Portada del Manual para combatir la corrupción
La expresión corrupción es bastante amplia, pero está mucho más ligada al quehacer político y de la función pública, definida en cuerpos legales. Sin embargo los resultados sociales para erradicar este mal son casi inexistentes, al menos de lo que se lee en los medios de comunicación social.

Esta idea saltó cuando logré rescatar un revista que se puso en circulación en 1999 a propósito de los Foros de Interés ciudadano, según indica la presentación de esta publicación que tuvo como promotores a la fundaciones Esquel y Konrad Adenauer.

Contraportada de la revista que contiene datos
para identificar y entender la corrupción
Lo interesante de esto que al volverla a leer este manual para combatir la corrupción es que 16 años después este manual sigue vigente para el caso de Ecuador.

El otro dato es que quien trabajó en las ilustraciones, puesta en escena y diseño le correspondió al caricaturista Xavier Bonilla conocido como Bonil, quien en los últimos meses afrontó juicio por una crítica realizada al asambleísta Agustín Delgado por una muestra de su incapacidad de lectura en el pleno de la Asamblea Nacional de Ecuador.

He rescatado esta revista y la he digitalizado, tal vez sea de utilidad para muchos que aún no saben cómo entender la corrupción.


Descargue la revista completa en PDF (28.5 MB) 

4 de abril de 2015

Puerto Cayo: un lugar al sur de Manabí que induce a desconectarse

Oportunidad para hacer turismo de relax
Un día mientras tomaba mi café de la tarde decidí mirar el atardecer en Puerto
Cayo, pero la imaginación mudo más. 
El diario vivir nos conduce siempre por caminos extraños únicamente cuando abandonamos nuestras costumbres, más aun cuando son aquellas que diariamente las cumplimos cuando estamos en una ciudad.

Hace poco tiempo decidí pasar una larga temporada en Puerto Cayo, dedicarme a trabajar sin seguir las costumbres urbanas que por mucho tiempo me acompañaron, sin que ello signifique que haya abandonado las facilidades que ahora nos brinda la Internet.

En mis tiempo de relax reviso lo que he publicado en los últimos años y entre esas está un post sobre este lugar en que ahora vivo, fue publicado en el blog Ruta Manabí hace casi un año y de allí lo traigo de regreso. Lo titulé: "Para no hacer nada, Puerto Cayo es ideal" y a continuación el texto:

La velocidad con que se vive gracias a la tecnología especialmente en las ciudades está obligando a que muchas personas busquen sitios en los que se puedan desconectar, pero si a este deseo se le suma el mar y la playa, la magia podría surgir.

Al sur de la provincia costera de Manabí se encuentra Puerto Cayo es, en la mayoría de ocasiones, un tranquilo pueblo de pescadores que tiene las facilidades para que la vida de turistas buscando tranquilidad sea una entera realidad.

Esta población, compuesta por cuatro espacios bien diferenciados: el pueblo, la ciudadela, el mar y la playa, espacios en que se conjugan las actividades humanas productivas, de descanso o de simplemente comer mirando el mar en primera fila.

En el pueblo está concentrada la gran parte de servicios como la tiendas de abarrotes, ferreterías, gasolinera, centro médico, farmacias y otros servicios públicos; además es el lugar en el que vive la mayor cantidad de pescadores y sus familias. Cruzando un puente a menos de 5 minutos, está la ciudadela en que se localizan las casas vacacionales o de playa, pero también existen servicios más orientados a los turistas y temporadistas.

Una extensa playa de no menos cinco kilómetros que va de norte a sur, que, así mismo, es un vínculo entre la ciudadela y el pueblo; con lugares que sirven de balneario y hacer deporte, para acostarse en la arena y dejar que el sol torne la piel café canela. O quedarse a la sombra de un parasol para que la maravillosa vista del mar impulse la mente a extrañas sensaciones.

Puerto Cayo no es lugar en que exista mucha diversión nocturna, lo catalogo como un lugar para no hacer nada, para escapar del mundanal ruido sin tener que desconectarse de la realidad, para dedicarse a leer en entera tranquilidad o para caminar por la playa hacia el piedrero, enfrentar la magnificencia de los acantilados y el reventar de las olas a flor de piel.

¿Comida y dormida? Pues sí, en Puerto Cayo existen muchos lugares para comer, teniendo como un agregado los pies tocando la arena o en un restaurante. Hay hoteles y cabañas con precios y gustos de quien llega para dejarse arrastrar por una noche sin ruidos, con una mínima actividad urbana, con una apacible y restauradora paz.

Esta es Puerto Cayo, un centenario pueblo de pescadores, que se encuentra en la costa manabita, que aun logra detener el tiempo para que el cuerpo y la mente se reencuentren como la mayor fortaleza y enfrentar el diario vivir.

1 de abril de 2015

Los sucios dejan sus recuerdos en la playa de Puerto Cayo

Uno de los maravillosos paisajes que tiene Puerto Cayo - Manabí
Puerto Cayo es una población costera de Ecuador, localizada en la zona sur de Manabí, con una envidiable playa y una relativa calma, con su rutina de comercio y pesca, ocasionalmente alterada por los feriados y eventos públicos.

Pero ahora la playa enfrenta un sucio escenario, porque es seguro que los sucios son más.

En esta nueva realidad que estamos viviendo, plagada de mensajes directos y subliminales sobre las nuevas formas de vida que debemos tener, sobre la necesidad de cuidar el planeta Tierra, no es posible entender por qué aún existen personas que son sucias.

La propaganda política para impulsar el amor al Ecuador al parecer no llega a la gente que le gusta ensuciar los espacios públicos, a la que deja su basura en cualquier lugar.

Desde hace algunas semanas he publicado algunas fotos sobre la basura que los sucios dejan en las playas. He mencionado que uno de los males del turismo es la generación de basura que sobrepasa en muchas ocasiones la capacidad de recolección, pero es imposible controlar a cada usuario de la playa para que se lleve su propia basura.

No se puede culpar de la suciedad en las playas a las autoridades, pero sí es necesario señalar que las acciones para contrarrestar a los sucios son inexistentes; poner un letrero no es la solución, creo que los sucios no leen. ¿Poner tachos de basura? Están allí pero los sucios son también perezosos.

A continuación algunas de las fotografías que logré captar luego que para el 24 de marzo de 2015, la Junta Parroquial de Puerto Cayo y el Consejo Provincial de Manabí recogieran aproximadamente unos 15 metros cúbicos de basura.

Limpieza de la playa de Puerto
Basura de todo tipo fue retirada de la playa de Puerto Cayo, en el sector
de la ciudadela Vallejo. Captada el 24 de marzo de 2015.

Turistas que dejan basura
Días después, un grupo de "turistas" estuvo en una ramada para protegerse del sol,
pero al irse esto fue lo que dejaron: su basura.
Basura urbana arrojada entre las pangas de pescadores
Muchos "turistas" o bañistas aprovechan la sombra de las pangas de los pescadores
y este es el resultado de su estadía y disfrute de la playa.
Las botellas y otros desechos dañan el paisaje de Puerto Cayo
No es extraño encontrarse con botellas de todo tipo en la playa, en un lugar
destinado al entretenimiento y el descanso.
Descuido de los usufructuarios de la playa
A pesar que en este espacio público existen prestadores de servicios, al parecer estos
no se preocupan por mantener limpio el entorno: la playa.
Botellas en el malecón sur de Puerto Cayo
En la parte sur del malecón de la ciudadela Vallejo, las botellas quedan
abandonadas por algún sucio bebedor. 
Botellas apiladas como adorno en el malecón de Puerto Cayo
En el mismo malecón, al pie de los árboles también los sucios dejan
botellas como si fueran parte de la decoración.

26 de enero de 2015

Fotorreportaje: fractura y rehabilitación de mi tobillo

Fue una sorpresa cuando vi la radiografía. Fue uno de los huesos de mi canilla que se fracturó. El mundo cambió cuando llegó el diagnóstico del doctor luego de un mes de haber ocurrido el incidente.

Este tipo de post no merecen ser contados solamente con palabras sino con las fotografías de este proceso de recuperación que me ha tomado ya cuatro meses y sigue, tal vez, por unos dos más.

Una a una y en orden cronológico están las fotografías que muestran como fui sobrepasando este proceso.

Así quedó el pie a los pocos días del incidente. Parecía una simple
hinchazón producto de un esguince que normalmente ocurre cuando
cuando se hace un deporte. Así pasaron casi 25 días y en vista que
no bajaba fui para que se me hiciera una radiografía.


En mi desesperación para recuperarme use hasta una buena medicina,
pero es para otro tipo de problemas, no para fracturas. Es cera de abejas
que se coloca como apósito en la parte afectada. No me hizo ningún
efecto.
Y la radiografía, un mes después, mostró la dimensión de la
fractura y lo que había ocurrido en mi tobillo por falta de una
atención oportuna. La consulta con el traumotólogo terminó con 
la decisión que era urgente una operación. 
La situación obligó a un internamiento inmediato para empezar
los exámenes completos antes de entrar al quirófano, lo que
implicó además estar en cama con el pie levantado para
que se deshinche. 
Luego de 5 días de estar hospitalizado en cama, tomando medicinas
dieron resultados satisfactorios, la hinchazón del pie cedió y estaba
listo para que se me operase. Fue la hora de entrar al quirófano
con una gran advertencia: no había certeza que todo quedara bien.

Entrar a la operación implicó una serie de preparativos como
colocar sueros y otras inyecciones, pues debía ser anestesiado.

Una de las inyecciones eran puestas directamente al estómago,
fueron dos que en realidad no dolieron. Esta
El traumatólogo decidió que ante la gravedad de la situación había que realizar una osteosintesis que implicaba colocar una placa y seis tornillo, más uno adicional para evitar el movimiento. Por políticas de la clínica no me fue posible hacer ni fotos ni filmar, pero pude encontrar un vídeo que muestra una operación similar del procedimiento. Para mirar el vídeo en Youtube.

Cuando ingresé a a la sala de operaciones tenía un cierto sueño y al estar listo para la operación, todo empezó a desvanecerse pero tenía conciencia, se me acomodó para que el doctor pudiese operar. Todo empezó y sentí claramente cuando el bisturí cortó mi piel; le informé al doctor y algo dijo al anestesiólogo. Luego nada más supe hasta que vi al traumotólogo envolver mi pierna con una venda tipo Bi - Lastic con la que envolvió desde el pie hasta la rodilla. Escuché decir: eso es todo.

Me llevaron del quirófano hasta mi habitación de la clínica, casi
no tenía concepto del tiempo que había pasado. Sentía mi pierna
totalmente inmóvil. A poco rato el médico llegó para darme las
instrucciones pero fue enfático en decirme que frente a la situación
inicial, se hizo lo que se pudo y que la operación había tenido un
98% de éxito.



Dos días más en el hospital para dar seguimiento a posibles
luego de la operación. No hubo nada que diera indicios de
problemas, tanto que ni siquiera se me prohibió el tomar café
que nunca faltó en estos ocho días de hospitalización.
Al segundo día luego de la operación se me dio de alta y fui trasladado
hasta casa y con una sola condición que no debía para nada caminar, ni
asentar el pie; la prescripción aparte de las medicinas fue inmovilidad
en todo sentido del pie. Así pasé un mes y las pocas facilidades para el
diario vivir como es el ir al baño.

Pasado el mes tocó la hora de cortar vendajes y revisar la herida,
sacar los puntos y pasar a un siguiente nivel en este proceso.
Sacado el vendaje y la herida expuesta, el médico empezó a
sacar los puntos, no había síntomas de infección ni de ningún
otro problema. Fue sin anestesia y se me permitió hacer
fotografías.
Así quedó el tobillo sin los puntos. Una leve
inflamación por razones de los cuerpos 
extraños metálicos y la operación, pero sin
ningún dolor fuerte.
Y volvió a ser vendado el tobillo y esta vez solo por protección de
de la herida, además de seguir con los medicamentos recetados que
debía ser suministrados en horarios estrictos. Bastante pastillas
para mi gusto pero me debía ese esfuerzo.
Vino entonces uno de los impactos más fuertes que tuve: la imagen
del músculo de la canilla atrofiado. Literalmente tenía hueso y pellejo;
a eso se sumo la piel reseca. Una calamidad según yo pero según el
médico es normal luego de casi dos meses de estar sin ejercicio y
tapado. Aun así debía pasar a la siguiente fase. 
Aun debía permanecer una tres semanas más con movimientos
limitados pero iniciar la fase de movilidad más empezar a realizar ciertos
movimientos del pie y del resto de cuerpo: un mes de ejercicios era
mucho tiempo y para la rehabilitación se requería fuerza física y mental.
Ante esta noticia solo un cigarrillo me ayudo ese rato para tomar la
el presente con calma. 
Aprender a manejar las muletas no es una actividad que se
desarrolla de la noche a la mañana, requiere de conocer bien su
funcionamiento y uso. Entender bien con ellas para caerse lo
que sería grave para la recuperación. Mi entrenamiento empezó
mientras estaba en cama.
Para poder moverme con facilidad y levantarme de cama tuve
que usar una silla de escritorio con ruedas, allí apoyé la rodilla
y me empujaba con las muletas. Lo aprendí de Humberto Payno
en un buen vídeo de ayuda directa no especializada.
Para mirar el vídeo en Youtube.
En esta siguiente fase había que aprender a bajar gradas y entrar a trabajar con la fisoterapista. Aun sin poder asentar el pie por prescripción médica debido a uno de los tornillos que sujetaba a los dos huesos de la canilla.
Para saber lo que ocurría en el tobillo fue necesaria una segunda radiografía y allí se 
pudo observar cómo quedaron los tornillos y la placa sujetos a los huesos. El tornillo 
más grande es el que pronto debía ser extraído antes de empezar a caminar.

Luego de sacados los puntos, el próximo paso era empezar a
trabajar con la rehabilitación con sesiones de fisioterapia con
los cuidados respectivos por el tornillo de sujeción en los dos
huesos.
La fisioterapia incluyó masajes con ultra sonido, para despertar
los nervios como efecto directo de la intervención quirúrgica además
del uso de una pelota pequeña, ligas y masajes especializados. Pero
también de electricidad.
El uso de electrodos fue de las experiencias novedosas para mi,
aprendí que la idea no era tener resistencia sino comodidad
durante el proceso de estimulación nerviosa transcutánea.
Sirvió además para darme confianza en la prueba más riesgosa:
aprender a bajar y subir gradas con muletas.
Si luego de haber superado el imaginario erróneo del significado
de usar muletas, la parte realmente complicada es saber bajar
gradas; es una operación realmente compleja que requiere de
mucha fuerza y equilibrio. Igual lo aprendí luego de mirar algunos
vídeos demostrativos, al igual que saber reconocer las gradas
peligrosas y así evitar tener accidentes.




















Con muletas pasé como cuatro semanas, cada día desarrollando nuevas habilidades para usarlas. Como una estrategia para darme mayor interés y sobreponerme a ciertos bajones anímicos, desarrollé un algo como "Kung Fu Muletas", vi algunas películas de artes marciales y entre ellas las de Bruce Lee; el factor común fue que solo el entrenamiento es el que permite destrezas y superar los problemas mentales que provienen de las limitaciones.

Realmente fue entretenido y aleccionador el usar técnicas de artes marciales para sentir que las muletas no era un estorbo o un síntoma equívoco de discapacidad. Pero el plazo se cumplió y para la primera semana de diciembre debía acudir a una nueva cita médica para que se me extrajera el tornillo de sujeción.

Con una nueva cirugía, mucho menos complicada pero igual de
peligrosa como todas, se me extrajo el tornillo que sujetaba la
tibia con el peroné y al terminar la intervención se me entregó
dicho tornillo y ahora lo tengo como un amuleto. Con esto ya
empezó el trabajo de asentar le pie y tratar de caminar.


Una semana después fue necesaria la que hasta ahora parece la última intervención
médica, sacar los dos puntos dejados luego de la retirada del tornillo. En estos asuntos
médicos quirúrgicos no existe ningún trabajo sencillo o simple, un descuido y las
consecuencias pueden ser impredecibles.
En los siguientes días caminaba ya con algunas moslestias que no me permitían ni caminar seguido ni mantenerme sentado mucho tiempo; sobre todo fue incómodo para trabajar.  Al escribir este post, la fase de recuperación terminó y ahora debo entrar a la de rehabilitación y como van las cosas entiendo que será muy duro y, de igual manera requerirá de bastante disciplina.

Un resumen de las lecciones aprendidas las publique en el post: Lecciones que me dejaron la basura y las muletas para afrontar crisis. Para leer click AQUÍ

Para finalizar un "algo más", todo lo que aprendí en este tiempo no puede quedarse solo en este escrito o en mi memoria, sino que busco que trascienda hacia otras personas que necesiten sobrellevar una situación igual, que quieran aprender a usar las muletas con eficiencia,