He leído
con atención su carta a los "valientes ecuatorianos", una verdadera
oda al cambio que resuena como un eco de promesas pasadas, pero que, como en
los días de auge en otros gobiernos, se queda en anécdotas grandilocuentes sin
aterrizar en la realidad de las calles y hogares, empresas y espacios
públicos descuidados.
De entrada me ha llamado la atención que únicamente se dirige a los valientes, sin
considerar que entre los votantes ecuatorianos también estamos los ecuatorianos
temerosos de caer enfermos, los miedosos ante el avance de ladrones, asesinos y
extorsionadores, los timoratos ante la prepotencia de muchos abusivos funcionarios… en
fin, no sé si es un vocativo diplomático o una falla de la comunicación
política, pero no es lo trascendental de esta misiva.
Tras 4
años, 7 meses y 11 días como funcionario electo –desde el 7 de febrero de 2021
en que se convirtió en asambleísta y luego en Presidente de la República–, cree
que es necesario "liberar" al Ecuador del "secuestro
institucional" y devolver la soberanía al pueblo usando la Asamblea
Constituyente, considerando sus promesas electorales de “refundar” a la nación,
que también fueron imprecisas y hasta misteriosas.
Sin
embargo, coincido en que el crimen organizado asfixia al Ecuador cuando está
enquistado en muchos de los despachos de puertas cerradas donde hay alguien que olvida de cumplir con ley y la ética; pero ¿Quiénes son "los
mismos de siempre" que bloquean el cambio? ¿Los ecos de Eloy Alfaro, las
élites agroexportadoras, los centralistas, los organismos internacionales? ¿O los
indígenas, montubios o amazónicos que luchan por mejorar su calidad de vida? ¿Tal
vez los universitarios, científicos, periodistas... ¿o los oportunistas que pululan en todos
los gobiernos?
Esta
vaguedad, Presidente - Empresario, me hace presumir que es una cortina de humo frente
al espejo que opaca a un gran grupo de funcionarios de elección popular
–presidentes, asambleístas, prefectos, alcaldes, concejales y vocales
parroquiales– que han mezquinado la participación ciudadana, priorizando su
poder político y su narrativa personalista.
Su
propuesta de Constituyente, según su proclama, suena heroica, pero
ignora el golpe duro que nadie ve a pesar de lo expresado en los reclamos
ciudadanos: la baja calidad de la gestión municipal, como lastre del desarrollo
territorial. Según el MEF e INEC que difunden datos del 2024, entre el 55 y 66%
del presupuesto asignado a los gobiernos locales –alrededor de USD 28.000
millones en la Proforma 2024– se quedaron sin ejecutar, dejando al 95% de
nuestras poblaciones urbanas y rurales sin agua potable, alcantarillado,
espacios públicos seguros, con graves problemas de contaminación, deficiencias
en la recolección de basura y peligros por no contar con adecuados planes de
gestión de riesgos.
Sin temor a
equivocarme, gran parte de los ciudadanos lo vivimos a diario: promesas que no
pavimentan calles ni combaten la inseguridad local, mientras el 80% de zonas
rurales carece de servicios básicos eficientes ¿No es esto el verdadero
"secuestro"? ¿Por qué no enfocar la consulta en reformas puntuales
como un mayor control a las municipalidades y transparencia en presupuestos, una
intervención del CPCCS en temas participación ciudadana para contrarrestar los
“Comité de aplausos” y robustecer a la Superintendencia de Ordenamiento
Territorial?
Señor
Mandatario - Inversionista, no piense solo en su gestión política para
trascender, nos guste o no, Usted ya tiene asegurado un capítulo en la Historia
de Ecuador, pero tal vez en su mente joven y en proceso de adquirir experiencia
política, considere oportuno innovar apuntado a otras de las piedras de tope en
el desarrollo nacional: la fallida gestión local, pero no con anécdotas
constituyentes.
Señor
Noboa, desde que ejerce el poder político total se ha preguntado qué alcaldes
frenan la participación ciudadana; recuerde: sin claridad podría estar cayendo
en el mismo juego de "los de siempre", pues promete cambios sin
precisar culpables ni soluciones, mientras tendremos que esperar por proyectos
que no llegan y conformarnos con el asistencialismo para videos virales o de
obras calificadas como “peor es nada”.
Debo
reconocer por sus discursos que es parte del grupo “Mucho texto”; sin embargo,
hace ruido la aseveración de que “No podemos seguir atrapados en el pasado.
Ecuador merece liberarse de quienes lo frenan, y esta vez es el turno de los
ecuatorianos lograrlo.” Al no definir a qué parte del pasado se refiere, ni
nombra específicamente a los responsables que tienen atrapado al país, pareciera
que sus fantasmas mentales no son sinceros con Usted; también se ha convertido
en un misterio o tal vez es una confabulación al no precisar qué o quién estuvo
en el turno antes que Usted ingresara la función pública, de nosotros los que
vivimos el paso de la dictadura a la democracia o de nuestros padres que
impulsaron al velasquismo o de los abuelos que vieron la bonanza del Ecuador durante
la Segunda Guerra Mundial; o se refiere los montoneros y los curuchupas… y así
podría ir yo desandando el camino para descubrir a esos que estuvieron primero
en la fila de las decisiones políticas sin tomar en cuenta a los ecuatorianos.
Permítame,
ahora, Excelentísimo Presidente, expresar otra preocupación nacida de mi
compromiso para que el Ecuador urbano y rural avance sin tropiezos. La
propuesta de una Asamblea Constituyente, aunque ambiciosa, hace que me plantee preguntas
prácticas que no podemos ni debemos ignorar. ¿Cómo garantizamos que este
proceso, que podría costar millones de dólares y tomar un lustro en la
implementación, no nos distraiga de la lucha inmediata contra el crimen, la
crisis de la salud y laboral? ¿Cómo evitamos que una nueva Constitución, en
lugar de liberar al país, pueda ser capturada por grupos de alta influencia
financiera o con desmedidas ambiciones de poder político?
En el
pasado los procesos del 2007 y 2008 lograron cambios, pero también generaron
polarización y costos que aún estamos pagando. Usted como empresario que siempre ha
privilegiado la rentabilidad financiera y la eficiencia corporativa conoce más
que yo sobre los efectos negativos de la incertidumbre política en el capital;
por lo tanto, una Constituyente que podría costar inicialmente unos 200 millones
de dólares –como la de 2007-2008– en su implementación de la primera fase, podría
generar mayor intensidad en las confrontaciones ciudadanas.
A pesar de
las diferencias financieras y políticas entre Usted y yo, apoyo su intención de
devolver el poder al pueblo, pero le pido considere caminos más rápidos y
precisos: reformas puntuales a través de la Asamblea Nacional en la que prácticamente se ha convertido en uno de sus brazos ejecutores, insistir en que la Función Judicial disminuya los índices de
impunidad y un plan transparente para financiar la seguridad integral sin endeudar más
al país.
La consulta
popular del 30 de noviembre de 2025, según sus planes en marcha, es una oportunidad para
preguntar a los ciudadanos no sobre la Constituyente, sino sobre medidas
concretas diferentes, innovadoras, inéditas… sin abrir flancos a la
inestabilidad ciudadana y financiera del Ecuador.
Con respeto: la soberanía popular no se construye con odas vagas, sino con acción concreta en cada una de las realidades de nuestras ciudades, campos, montañas, selvas y playas, que Usted como yo, conocemos. Olvidar los cantones es repetir errores: menos excusas institucionales y más inversión local para un Ecuador vigoroso, no de espejismos constituyentes que de seguro sus asesores empresariales le han recomendado más como un plan de Marketing para mejorar su marca personal en lugar de proponerle una política pública para el bienestar de las personas en las ciudades y la ruralidad.
Para
finalizar y a sabiendas de su alta capacidad para imponer sus decisiones
políticas es pertinente que conozca la alerta activada para los ecuatorianos
que ha logrado Usted reclutarlos a favor de sus intenciones: "¡¡Cuidado!!
es un espejismo constituyente"
Por la atención que se digne dar a la presente, anticipo mis debidos agradecimientos.
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Carta presidencial de las intenciones políticas
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